Por dejar de jugar no se pasa de ser un ‘jugón’ a tuercebotas
Por más años de faena que pasen, me sigue poniendo de mala leche, con perdón, que los futbolistas, cuando no juegan bien, no les salen las cosas y los resultados no acompañan, recurran a su perfil más victimista y busquen en los medios de comunicación, la culpa de todos sus males. Afortunadamente no son todos.
Fernando Hierro desde su posición de veterano de guerra indicó tras el partido que el camino no era el indicado y había que cambiarlo drásticamente, pero ya hay otros que están asomando la patita. Después del mal partido contra Irán, Alba tiró la primera piedra. “Esperad un poco para comenzar a darnos palos…”. Ayer fue Asensio, desde la candidez de su juventud, quien se manifestó en sentido parecido. “Parece que estamos eliminados y hemos quedado primeros”.
Sí, primeros, pero de milagro. Casi más por deméritos de los contrarios que por méritos propios. ¿Por qué cuesta tanto la autocrítica? ¿Por qué ni siquiera un grupo tan acostumbrado al elogio y a las críticas favorables, es capaz de asumir su culpabilidad cuando juega mal ante un rival inferior?
No debería pasar nada. No se trata de ser superhombres. Por no estar en un buen momento y pasar de titular a suplente no dejas de ser un jugón y a ser un tuercebotas. Se puede continuar siendo un virtuoso y hacer un mal control, como el de Iniesta que costó el primer gol. Se puede formar la mejor pareja de centrales del universo, como Piqué-Sergio
Ramos, y cometer errores de bulto, como en los últimos partidos. Se puede, como Silva, ser el máximo goleador en activo de la selección (35 goles) sin ser un delantero puro, y pasar de indiscutible a discutible…
Parece que cuando en el artículo anterior escribía que hasta selecciones ‘top’ como Alemania y España tenían que pasarse por talleres para realizarse una revisión no estaba muy descaminado. España empeoró, incluso, sus prestaciones en el segundo partido. No se sabe si Hierro ejerció ya de mecánico y los ajustes no se percibieron o que la avería era, es, más grave de lo que se pensaba y hay que dejar al equipo más tiempo en observación.
No mejoró en nada el balance defensivo. Volvió a retratarse en esa trascendental faceta del fútbol. Un gol sufrido por un error en una acción individual doble (Iniesta-Ramos) y otro en una acción colectiva a balón parado.
Mientras son cada vez más los convencidos de que el culpable principal de todo lo que le sucede a la Selección, es el nuevo presidente de la Federación, Rubiales, por su volcánica reacción a la hora de despedir a Lopetegui, tampoco está de más incidir en lo que sucede sobre el terreno de juego. Y ahí, abajo, España ya no es el equipo mandón, solidario y protagonista que era. Ni colectiva ni individualmente. Pocos se salvan en este segundo capítulo. Apunten a Isco por su omnipresencia y a Diego Costa por sus goles. Todos los demás, unos más, otros menos, están rindiendo por debajo su nivel.
La hora de Fernando Hierro llegará en el próximo artículo