El valor de las palabras
Las palabras pierden su valor muchas veces. Cada vez más, porque no se cumplen o se usan a la ligera, o no se puede demostrar que se dijeron. De esta última alternativa habría que sacar a la mayoría de los futbolistas, a los que se les llena la boca cuando en un determinado momento de su vida deportiva afirman sentir un amor incondicional por unos colores, que luego, transcurrido un tiempo, no lo es tanto. Se demostró no hace mucho con Iñigo Martínez, cuyo único objetivo a lo largo de toda su comparecencia ante los medios el día de su presentación fue intentar excusarse sobre aquellas palabras y encontrar una explicación razonable, aspecto, claro está, que no consiguió en ningún momento. Pero el del ondarrutarra no es el único caso, ni tampoco será el último. De hecho, la familia blanquiazul está a punto de asistir a un nuevo capítulo del poco valor que tiene la palabra de un futbolista hoy día. Yuri Berchiche parece estar a punto de sucumbir a los cantos de sirena en forma de euros provenientes desde el otro lado de la A-8. “Ser de la Real y luego irme al Athletic no estaría bien visto. Esa opción la descarto”, dijo el futbolista a este periódico al poco de oficializarse su fichaje por el PSG. Menos de un año después,
Yuri está a punto de firmar un nuevo contrato... con el Athletic. Lo dicho, las palabras y su valor, una relación que cada vez tiene una menor duración en el tiempo. Igual siempre ha sido así, pero por más que se repita en el tiempo, por lo menos al arriba firmante, le sigue sorprendiendo cómo los futbolistas siguen siendo los protagonistas de situaciones del todo surrealistas. La mayoría sigue si darse cuenta de que por encima del dinero hay un sentimiento, el del aficionado, que es el que paga el pato ante la indiferencia de sus ídolos