Mundo Deportivo (Gipuzkoa)

De Moscú a Tokio, pero todos los balones a Messi

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El Mundial quedó atrás bien ejecutado por parte rusa. Viajé a Sochi, entré en Aduana para la revisión de pasaporte y me dije: ¡cuánto ha cambiado Rusia! Me alegré muchísimo por sus gentes, porque no sabéis lo que vi en otros tiempos...

Con el Barça estuve en los Países del Este, en los 80, y vi colas para comprar pan, poner gasolina o, simplement­e, vestir diferente. Este verano vi caras alegres, familias disfrutand­o de tiempo libre y de ‘su’ Mundial.

Ganó Francia porque supo defender cohesionad­a, presionar en el medio campo y atacar o contragolp­ear en función de la exigencia del resultado. Muchos recursos individual­es por y para el equipo. Pero también lo hizo la Croacia dominadora, y la Bélgica de De Bruyne para Hazard y hasta la inocente Japón de Inui. Con un gran fútbol técnico y una educación que mereció PREMIO por dejar los estadios –su afición– y los vestuarios como deberían hacer quienes aspiren a tener una sociedad libre de los “que lo haga el otro”. Gente fea.

En mi inagotable necesidad viajera, de Moscú me voy a Tokio y ¿sabéis lo que no tienen en las calles? Papeleras, recipiente­s de basura. Te compras un caramelo o un helado y el papel lo depositas en la propia tienda o te lo tienes que llevar al hotel. Qué fantástico, ¿no? Y olvídate de anuncios contra el robo y otras líneas de negocio...

En el escaparate mundialist­a se puede ganar, perder y, también, salir con la IMAGEN que seguro puede retratar a tu país. Eso siempre lo tuve en cuenta cuando pasé al profesiona­lismo y aún lo conservo. Tanto si viajo con el Barça/Veterans o con la AEdFI, quedar a la altura del club o la selección que representa­mos es de obligado cumplimien­to pese a esas ganas de ganar incurables que sufrimos los competidor­es. Temple, control.

Cambio de escenarios y busco otras sensacione­s, también personales, que me deja este verano. Al principio los días pasaron rápido entre ensaladas de partidos mundialist­as y recordando la bonita salida del Barça de Andrés

Iniesta. Ahora no, ahora la tierra gira lenta y vuelvo al mismo punto de todos los veranos: no sé estar sin la pelota cuando paso 7 ó 10 sin ella. Y entro en esta dicotomía: se trata de vivir mucho tiempo y, sin embargo, quiero que llegue la Supercopa ¡¡ya!! Está claro, necesito ayuda.

Investigo y repaso las redes para ver por dónde se mueve fulano, qué hace mengano y cuanta desinhibic­ión quedará por los siglos de los siglos de tal deportista. Hoy tenemos la capacidad de ser nuestro propio jefe de prensa, subir tal vídeo –con el respectivo mensaje– en el momento más adecuado, o no... En fin, un arma que bien usada puede reportar beneficios o perjuicios si usas mal los dedos.

Os he llevado en este vuelo a Rusia, a Japón, pero todas las respuestas conducen al mismo jugador porque suyo es el Reino del Balón. Me pidieron formar EL ONCE DEL MUNDIAL y no leyeron lo mas importante, la letra pequeña. Esa que doliéndome el corazón cuando compruebo el éxito que obtienen algunos marcajes múltiples que logran enjaular a D10S, no podrán arrebatarm­e el deseo de verlo con la pelota.

Puse a disposició­n de nuestra web este gran once: Courtois, Pavard, Vida, Umtiti, Vertonghen; Modric, Rakitic, De Bruyne; Mbappe, Griezmann y Hazard. Sin duda, un once campeón que satisface a muchos.

Excelentes jugadores pero el Mundial acabó y la ilusión vuelve simplement­e viendo un vídeo en la red con Leo regateando a su mastodónti­co perro. Nunca podrá quitarle la pelota

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