REINVENCÍON
Tras la crisis de resultados en 2017, Marín modificó su juego y preparó intensivamente este Mundial El cambio fue táctico y mental, pero también físico, y llegó a Nanjing en la mejor forma de su vida
En 2016, tras unos maravillosos Juegos Olímpicos en Río, Carolina Marín ya estaba en la cima de su deporte. Era campeona olímpica , mundial y europea, ya entonces probablemente la mejor jugadora de bádminton no asiática de la historia, y eso la convirtió en la referencia para sus rivales. Estudiaron cada detalle del juego de la onubense, que se vio presionada por la necesidad de ganar. Una presión que alteró a la baja sus resultados del año pasado, la primera vez que no lograba capturar el Mundial. Comenzó a perder ante rivales a las que antes ganaba.
Le entraron las dudas. Regresó al plan inicial, volvió a vivir interna en el CAR de Madrid. El objetivo era que estuviera rodeada de lo necesario para su recuperación deportiva, imitando al máximo el ambiente antes de Río 2016.
Pero además era necesario reinventar a Carolina, transformar sus ganas, su deseo de vencer. “Quería ganar tanto que me presionaba. Y las rivales comenzaban a tenerme estudiadísima”, decía antes de viajar a Nanjing para jugar el Mundial en el que ha recuperado la corona universal. Preparó el Mundial durante mes y medio. “Mucho tiempo, más que para Río. Ha sido duro, pero he llegado en mejor forma incluso que entonces”. Y no se alteró por algunos reveses en los torneos previos al Mundial. Eliminada en cuartos en Malasia y en primera ronda en Indonesia, resultados que no invitaban al optimismo puertas afuera, aunque en realidad todo seguía un plan y Marín, junto a su equipo, con la asesoría de una figura clave como su entrenador Fernando
Rivas, guardaba sus mejores cartas para el Mundial.
Modificó su estilo, que se había vuelto previsible para sus rivales después de cinco años en la cima. Aprendió a responder cuando las rivales quitaban ritmo al partido. Una estrategia para cada rival, y una nueva mentalización en la que el miedo a perder debía desaparecer.
Mejoró en el aspecto mental, en el estratégico y también en el físico, “hasta el punto de que nunca me había sentido tan segura sobre una pista. He vuelto a sacar cosas que antes eran mis puntos fuertes y que tenía olvidadas. Y recuperé la mentalidad en positivo. No se trata de ganar, sino de saber cómo hacerlo”.
Lo explicaba antes del Mundial, y con la misma convicción se la ha visto esta semana en Nanjing, donde cierra el Mundial invicta y con un solo set perdido. Inalterable incluso cuando le tocó jugar contra una rival local, como la china He en semifinales, alentada por 11.000 espectadores. O como cuando, en la final, la india Sindhu trataba de sacarla de sus casillas pidiendo una pausa antes de comenzar cada punto, para romperle el ritmo. “He incidido mucho en la cuestión mental”, dice Carolina, que lleva trabajando con varios psicólogos desde hace casi una década.
Y siguió cuidando los detalles, entrenando en el CAR con ventiladores que imitasen el aire acondicionado que se encontraría en la pista del Mundial, que imitaban las ráfagas de viento, o poniéndose en manos de un optometrista que le ayuda a evaluar su habilidad visual cuando sigue el volante con la mirada