Historias de fiestas futboleras
Y no se dio porque cuando Garrincha abandonó la pelota se metió en un mar turbio, el mar de la bebida hasta ahogarse sin poder cumplir los 50. Yo sólo tenía 23 años cuando sucedió, pero lo recuerdo como si fuera hoy. Escribiendo en pasado y sin que sirva de presente, generalizando, a los jugadores también nos gustaba evadirnos durante el día libre semanal o en esas vacaciones de verano tan llenas de famoseo y fiesta. Estábamos casi siempre concentrados y éramos tan jóvenes que cuando aparecía la luna...nos íbamos con ella.
Voy a contaros lo que viví relacionado con el talento, la voluntad, el profesionalismo y la dejadez de funciones. Con 19 años debuté en el F.C.Barcelona, diciembre del 78, y dos o tres meses más tarde aprendí lo que significaría ser un profesional: día libre, Johan
Neeskens y yo alejados de Barcelona para divertirnos en una fiesta organizada por unos compatriotas suyos. Entre risas, se nos fue el tiempo. Volvimos a nuestra respectiva casa rebasadas las ¡5h! de la madrugada. Soñar mucho, dormir poco.
A las 9h en pie, desayuno y al Camp Nou para entrenar a las 10h. Rifé/Costas, ya sobre el césped, ordenaron agruparnos para comenzar el calentamiento. Yo me situé entre el pelotón, busqué con la mirada a‘ Nes’ y, ¡allí iba! Tirando de todos sin dejar a Migueli nia nuestro Capitán Asensi ni a
Tente (Sánchez) que lo adelantasen. ¡¡A-lu-ci-nan-te!! Lección inolvidable de profesionalismo.
Pero no todos los jugadores veteranos responden con tanta valentía. En el polo opuesto y sin ánimo de señalar, sólo concienciar a futuros/as cracks, un sinfín de jugadores que no alcanzaron lo que su calidad les hubiera proporcionado. El que más me dolió fue
mi entrañable Mágico González.
Hacía maravillas con el balón pero pensaba/vivía como un amateur. No quería enfrentarse al profesionalismo, a ser el primero, a ir delante, a luchar. Fue presa fácil del absentismo desde que una tarde oyó en la Tacita de Plata que era el puto genio. Y se echó a dormir.
Tratamos de abrirle los ojos pero no pudimos meterlo en “nuestro mundo”. Como tampoco pudieron reflotar Gilmar,
Djalma Santos, Tostao, Pelé ni Jairzinho, algunos de sus ilustres compañeros, al gran Garrincha para el juego de la vida. Ahora sólo puedo recurrir a vídeos para admirar su maestría. Me deslumbra cuando coge la pelota, la para y empieza a fintar llevando al defensa a inicios imaginarios que conducen a ninguna parte. Y cuando finalmente arranca, el rival queda paralizado, como enredado. Todo, sin tocar la pelota hasta que decide salir del campo magnético que él mismo ha creado. ¡No se ha vuelto a ver tanta desfachatez!
Volviendo a la fiesta del fútbol, os voy a dejar algún dato para la reflexión: sabíais que el 2% de los jugadores actuales que forman una plantilla (suelen ser 25) quedará mal parado pese a los bondadosos ingresos que recibirá durante su carrera profesional. Y que el 5% entrará en problemas con el alcohol, las drogas u otra dependencia.
El fútbol es muy bonito si tienes presente que el mañana es hoy
Fui aprendiz de Kubala, charlé con Di Stéfano, Pelé y el Kaiser Beckenbauer; tuve desarreglos tácticos con Cruyfff y jugué con mi amigo Diego Maradona. La única espina fue no conocer a Manuel Francisco Dos Santos, el mejor regateador que ha parido Brasil (y el mundo, después de Lionel Messi).