AITOR ESTARÍA ORGULLOSO
La Real no ve recompensado su titánico esfuerzo y pierde ante el Barça en el estreno del nuevo Anoeta sin pistas Aritz adelanta a los txuri urdin, pero las claras ocasiones marradas y los fallos de Rulli permiten la remontada culé
La Real perdió ante el Barcelona, pero seguro que Aitor Zabaleta estaría orgulloso. Y no sólo porque se estrenó una grada en Anoeta que lleva su nombre repleta de gargantas sedientas de gloria y entregadas a la tarea de animar a su equipo. Y no sólo porque su recuerdo, presente desde hace 20 años en el ánimo de los todos los ‘realzales’, ayer cobró una nueva dimensión y se hacía palpable. El hincha asesinado en el Calderón hincharía el pecho que albergaba su corazón txuri urdin viendo el titánico esfuerzo realizado por los suyos, el notable partido que firmaron, penalizado por la inmensa diferencia de calidad en las porterías. Si a algunos incondicionales txuri urdin se les escapó una lágrima rememorando a Aitor, seguro que éste, allá donde esté, no pudo reprimirlas viendo el flamante nuevo estadio que han construido en tiempo récord, el desgarrador homenaje a Imanol Agirretxe, retirado demasiado prematuramente y la emoción de ese primer gol histórico de Aritz Elustondo, quizá el que más siente el escudo que luce fuera, que también tiene tatuado dentro, como él. La Real perdió, pero ganó mucho ayer.
Cayó la Real ante un ramplón campeón de Liga que dedicó los últimos minutos a perder lastimosamente el tiempo como si fuera el Valladolid. En un césped impoluto -no como el de Zorrilla-, que deja en evidencia los llantos prematuros de los culé de hace unas semanas. Otro motivo para que estuviese orgulloso un Aitor que comprobó, desde su sector privilegiado de la grada más alta, la de arriba del todo, que la Real, sólo por fútbol, ocasiones y espíritu, mereció más; pero que se quedó con cero puntos por segunda jornada consecutiva porque se topó con un portero top, Ter Stegen, que neutralizó las evidentes
El nuevo y ruidoso Anoeta dará muchos puntos a la Real tras 25 años perdidos
ocasiones realistas para el 2-0, y porque tiene uno que sigue sin dar la talla, Rulli, que ayer, sorprendentemente, volvió a jugar dos días después de volver de Argentina, en lugar de Moyá.
Un escenario distinto
Sí, fue la segunda derrota seguida; pero la afición, movida por el recuerdo de Aitor Zabaleta, se pudo ir tranquila del estadio, además de irritada porque el Barcelona le remontó el partido a la Real en tres minutos de la segunda parte. El desfile de camisetas txuri urdin hacia el estadio, el impacto de ver la flamante estructura con las gradas pegadas al terreno de juego con un azul resplandeciente, el éxtasis en la interpretación del himno enarbolando las miles de banderas txuri urdin, los aplausos emocionados a Agirretxe antes del partido y media hora después y las 2.339 almas que se dejaron la voz desde la abarrotada grada Aitor Zabaleta hacen pensar que el nuevo estadio aportará muchos puntos y que se han perdido nada menos que 25 años con el inservible tartán de las pistas de atletismo. Porque, a pesar de la derrota, es motivo de orgullo que la Real llegara viva al último segundo, que tuviera una ocasión clamorosa en el 86’, que se pusiera por delante y desactivara por completo al Barcelona y a su estrella Messi durante toda la primera parte, que no se viera desbordada por juego y sólo encajara goles en dos corners mal defendidos en los que el portero falló con estrépito. Y todo ello sin Willian José, sin
Sandro, sin Januzaj y sin Navas. Casi nada.
Aitor estaría encantado de que su Real jugara ante el Barcelona con osadía, con sólo dos cambios en su alineación con respecto a Eibar: Zurutuza y Pardo por Luca Sangalli y Willian José y que, merced a una disposición impecable y una solidaridad a prueba de bombas, le permitiera vivir sin sufrir durante la primera parte. Y que fuera Aritz el que entrara en la historia al celebrar el primer gol del nuevo campo. Fue una falta forzada por Oyarzabal, botada por Illarra, en la que Moreno ganó a dos blaugrana en el salto para dejársela templadita a Aritz con la ayuda de la mano de Sergi Roberto. El de Beasain remató con la zurda y la fuerza de casi 27.000 almas que enloquecieron en la calurosa tarde de septiembre. Esas almas ni siquiera llegaron a encogerse con las dos únicas ocasiones del Barça en la primera parte, de Piqué y Rakitic, ambas de remate de córner. Pero ya se olfateaba el peligro en esas acciones y que el portero no reinaba en su parcela.
Ter Stegen se agiganta
Seguro que todos los aficionados realistas, incluido Aitor, se ilusionaron con esos primeros compases del segundo tiempo, a pesar de que Coutinho, que entró por Semedo, profundizó y de que el sesteante Messi se colocaba de volante derecho para entrar en juego. Pero la Real se pertrechaba bien y, lanzada por un extraordinario Pardo, se dispuso a matar el histórico partido a la contra. Por Aitor, por Imanol y por todos aquellos que no querían ver un Anoeta tan espectacular. Oyarzabal disparó alto con la diestra en la primera transición rápida tras una carrera de 60 metros. Theo, en fuera de juego de VAR, disparó al muñeco ante Ter Stegen y el otrora infalible Juanmi marró el uno contra uno con el inmenso meta alemán, que detuvo con la rodilla. No fueron errores, fueron condenas.
Rulli se encoge
En tres minutos, volteó el marca- dor el Barcelona. En el primer córner, Rulli duda en la salida, le hace un paradón a Piqué, pero en el intento de ‘redespeje’ da un puñetazo al aire. Suárez crucificó a la Real. En el segundo, el arquero saltó en el segundo palo, pero se quedó con el molde, dejando todo su arco desguarnecido. Pecado mortal que aprovechó Dembélé tras el rechace de David Zurutuza.
La tuvo Juanmi para el 2-2 tras un envío en parábola de crack de Merino, pero se le escapó por milímetros su cabezazo. No hubo lugar para mirar al cielo y dedicar, siquiera, un punto.
Pasan los años, cambia el escenario, pero Aitor sigue presente. Es la gran herida en el alma de los aficionados de la Real, pero al mismo tiempo su motor. Aitor, Aitor, Aitor Zabaleta
En tres minutos, los de Garitano pasan del 2-0 al 12 por la diferencia en la portería