Ha merecido la pena

Hay días que quedan marcados, a fuego, en el corazón txuri urdin. Jornadas como el ascenso a Primera, el primer partido tras el regreso a la máxima categoría o la noche del Centenario. Días en los que, más allá de lo que ocurra sobre el terreno de juego, la Real gana. Ver camisetas txuri urdin por toda la ciudad desde primera hora de la mañana es sinónimo de día grande. Tardes en las que la Real exhibe eso que pocos clubs tienen, corazón, su sentimiento de pertenencia desarrollado durante más de un siglo con una forma de ser, con la vocación de que jugadores como Agirretxe o Elustondo representen a su gente. El día de ayer pertenece a esa categoría de jornadas ya que aunque a la Real se le escapó un triunfo que saboreó durante muchos minutos, gracias un gol del beasaindarra, no sólo exhibió su orgullo por unos colores sino que comprobó que a partir de ahora puede escribirse una nueva historia, ya por fin con un campo de fútbol. La atmósfera generada a partir de la grada Aitor Zabaleta fue espectacular y si ayer no se celebró la victoria, auguró que a partir de ahora el estadio también puede jugar el partido. El de ayer se escapó por dos errores gruesos, sobre todo el segundo, a balón parado. Una manera pobre de arruinar un encuentro ya que si bien se puede admitir que el Barcelona te supere en el juego, no se le debería conceder la ventaja de la estrategia. Rulli empezó fuerte pero vuelve a estar en ese punto de generar dudas. Garitano planteó un partido de músculo, su centro del campo y delantera dieron una exhibición de trabajo y pudo salirle bien. Incluso cuando apostó por jugársela a empatar en los diez minutos finales. Si Juanmi mete el centro de Merino, todo serían halagos para el técnico pero el nuevo Anoeta deberá esperar para cantar victoria