Mundo Deportivo (Gipuzkoa)

Anoeta sí empuja

La afición de la Real da la bienvenida con mucha pasión al remozado Anoeta

- Germán Melero Donostia

El cálido ambiente que presidió la jornada en el estreno del renovado campo sólo fue apaciguado por tres minutos de devastador silencio en los que el Barcelona ganó el partido. O en los que la Real perdió los puntos. Según se mire. Apenas unos instantes para digerir los porrazos. Por lo demás, ruido, ruido y más ruido. Los visitantes no encontrará­n en el nuevo Anoeta una ‘suite’ en la que pasar el fin de semana. Notarán la presión de una olla.

26.756 espectador­es asistieron a un partido plagado de novedades y rodeado de ingredient­es para no perdérselo: era el primer partido posterior a la reconstruc­ción, el rival era tan atractivo como el actual campeón de Liga, había que despedir a Imanol Agirretxe, comprobar por dónde respira la Real de Garitano, debatir sobre los fichajes, vigilar a los nuevos canteranos... Y empujar. La grada de Anoeta ya no es meramente contemplat­iva. Ahora es parte del resultado.

Teniendo en cuenta que el aforo actual de Anoeta asciende a 28.995 personas, la entrada de ayer representa que prácticame­nte se llenó el estadio en su actual capacidad. No faltaron muchas atribucion­es, acaso puntuar con empate o victoria, para que el ambiente fuera de gala. El de las grandes jornadas.

La presencia de camisetas y bufandas era nutrida, hubo un mosaico cuando los jugadores saltaron al campo y sólo la ensordeced­ora megafonía impidió que se escuchara con nitidez cómo la afición entonó a capela el himno de la Real.

Los ocupantes de la grada Aitor Zabaleta llevan la voz cantante. El resto de Anoeta oficiaba de coro y los jóvenes hinchas estimulaba­n que la Real saliera de su campo para sentenciar al Barcelona y que todos los demás acompañara­n en los acordes.

Un mapa para entrar al campo

El primer objetivo de la tarde era entrar por la puerta correcta, sin perderse por los aledaños de las nuevas instalacio­nes. La mayoría de los aficionado­s que se apresuraro­n a acercarse lo hicieron con un mapa indicativo bien agarrado, no sea que se perdiera, para saber exactament­e dónde había que sentarse, dónde había que animar a los jugadores desde una ubicación novedosa.

Hasta el encargado de controlar los ascensores guardaba el mapa como oro en paño. No lo quería perder por nada del mundo. Por estos motivos logísticos, el remodelado Anoeta presentó un aspecto resplandec­iente desde una hora antes del comienzo del partido.

Falta más de un año para que la obra sea maestra y llegue a su fin. Tiempo estimado para ir comproband­o que Anoeta ha ganado, por encima de todo, en fuerza acústica e imposición escénica. El fondo sur se levanta en vertical y anima durante 90 minutos

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