Agirretxe marca el gol del honor
Anoeta se rinde a Imanol Agirretxe en un sentido homenaje de despedida que apadrina en los prolegómenos Jesús Mari Satrústegui
Abrazó el balón como si fuera suyo, miró al fondo sur y se le encogió el alma. Le quedaba el suficiente resuello anímico para empalar a bote pronto y marcar su último gol, el primero del remozado Anoeta, que le aclamó como si fuera un juicio final y no el nacimiento de una nueva era.
Imanol Agirretxe se despidió públicamente del fútbol en un campo rendido a sus pies. A sus goles. A su honestidad, que ya es eterna. Su comportamiento sí ha superado a las lesiones. Las lesiones han vertebrado su trayectoria.
Por este motivo, el último gol que la gente recordará será el de un Agirretxe que lo marcó a portería vacía, con camisa y no con el nueve a la espalda, con vaqueros y no con pantaloneta blanca, con zapatos y no con botas de tacos. A sus 31 años, la imagen tiene un componente descorazonador.
A la altura de la ocasión, la Real pensó en un padrino idóneo para la despedida: Jesús Mari Satrústegui, el sempiterno cazador del gol, el máximo artillero de la historia del club. Agirretxe, el gran heredero, recibía la Insignia de Oro y Brillantes de la mano del presidente, Jokin Aperribay.
“Me he sentido muy querido”
Imanol Agirretxe saltó al césped acompañado de sus seres más queridos: su mujer y sus hijas vivieron en primera persona todo el cariño que la parroquia profesa al canterano. Al delantero que, mientras pudo, hizo las delicias de Anoeta.
“Gracias por todo lo que me habéis dado, me he sentido muy querido”, se arrancó Agirretxe micrófono en ristre, dirigiéndose en euskera a su gente con la voz quebrada. Era tan difícil para el usurbildarra articular palabra como desembarazarse de un marcaje de Piqué, primer jugador, dicho sea de paso, del Barcelona en acudir a abrazarle ayer, nada más terminarse el homenaje de los prolegómenos del partido.
“Pase lo que pase, nuestro sentimiento común es el txuri urdin”, expresó Imanol Agirretxe huyendo de protagonismos personales. Pero era su día. Estremecido y entregado, Anoeta asistió al gol del honor de Agirretxe. Dos minutos memorables de tributo. Y la sensación de que el nuevo campo se perderá el brillante estilo de un enorme delantero maltratado por las lesiones.
Siempre quedará en su corazón el gol que, a puerta vacía, llenó hasta la bandera el sentimiento de toda Gipuzkoa. Una marcha de la medular al fondo sur para ver por última vez marcar un gol al goleador elegante.
Txapela y placa después
El homenaje a Agirretxe no terminó en los prolegómenos del partido. En el minuto 9 la afición dedicó uno de esos cánticos que con el paso del tiempo ya han adquirido el cariz de clásico. ‘Agirretxe, ale, ale ale...’. El mismo número de minutos habían trascurrido que el dorsal de la camiseta del guipuzcoano.
Hubo que esperar un cuarto de hora desde el final para ver el tributo que remató la tarde. Agirretxe recibió de ‘Bultzada Txuri Urdina’ una placa, una txapela y una ovación