La fiesta terminó
La Real y su afición deben asumir que Anoeta no es un parque de atracciones, sino una herramienta sobre la que sustentar las aspiraciones
Pocas veces perder un partido en campo propio dolió menos que la derrota del pasado sábado ante el Barcelona. Dolió, claro que lo hizo, al fin y al cabo durante 50 minutos la Real saboreó otro enorme triunfo ante los azulgrana, pero la nebulosa, el efecto narcótico que provocó la imagen de un Estadio de Anoeta sin pistas, un cuarto de siglo después, ejerció de analgésico en unas dosis excesivas a las que conviene no acostumbrarse.
Por momentos dio la sensación de que se impuso la excitación, el tremendo disfrute, casi orgásmico, de volver a jugar en un campo de fútbol sobre el resultado. Pero la Real y sus aficionados deben entender y asimilar que la cita quincenal con los partidos de casa no es una excursión a un parque de atracciones o al zoo. Anoeta, más allá de festejos, debe seguir siendo la herramienta sobre la que sustentar las aspiraciones. La Real, desde este martes contra el Rayo Vallecano, debe habituarse a competir en su nueva casa y, aprovechando todas las fortalezas que le otorgue el nuevo escenario, empezar a sumar puntos que le instalen en la mitad alta de la clasificación, que es donde tiene la obligación de estar.
La Real juega esta semana dos partidos consecutivos en casa, el martes frente al Rayo y el sábado contra el Valencia, que van a servir de magnífico termómetro, no sólo del potencial del equipo, ya que son dos partidos que los txuri urdin deben aspirar a sacar adelante, sino de la temperatura real del estadio. No todas las jornadas se va a vivir la orgía que supuso estrenar un campo sin pistas 25 años después ante el Barcelona. Partidos como los dos siguientes en casa, en franjas horarias variopintas y ante adversarios de diferentes clases sociales, pueden dar un prisma más real de las coordenadas ambientales en las que la Real va a tener que ser competitiva durante el largo otoño e invierno que están a la vuelta de la esquina.
Anoeta registró la pasada campaña una media de asistencia de 21.430 espectadores -la quinta peor de la ligay fueron habituales las jornadas con entradas inferiores a los 20.000 asistentes, lo que supone mucha menos gente que la que asistió al estreno ante el Barcelona. Y eso, por mucho que apriete la grada Aitor Zabaleta, se puede notar. El hecho de no jugar en Europa, además, condena a la Real a jugar muchos viernes y lunes, con lo que eso tiene de penalización en lo que respecta a la asistencia al estadio.
La Real, sin embargo, no tiene margen para procesos de adaptación a su nuevo hábitat, como pudo ocurrirleen1993cuandosemudóde Atotxa a Anoeta. Entonces, las diferencias de potencial entre los equipos eran mayores y el estatus de la Real superior al de muchos clubs de Primera. Como ha quedado acreditado con la publicación de los límites salariales de Primera para esta temporada, ahora la gran mayoría de equipos pueden armar equipos muy competitivos, ya que disponen de mucho dinero para ello. Casi siete equipos tienen más de 100 millones para invertir (el Betis 97) y 13 más de 50, lo que es más que suficiente para tener un buen equipo. Los 80 millones de la Real, además, no son como los de la mayoría al estar formada su plantilla por un 50% de canteranos. Los blanquiazules no se pueden despistar. La fiesta del estreno de Anoeta terminó, desde el martes se impone el pragmatismo y empezar a sumar y a competir