Mundo Deportivo (Gipuzkoa)

¡MERINAZO!

Un gran gol del navarro da una sufrida victoria a la Real en Huesca en un partido que acaba con nueve Las expulsione­s de Juanmi en el 73’ y Theo en el 83’ convierten en un infierno el final de un duelo bien controlado

- Ángel López

Un solitario gol de Mikel Merino a la hora de juego da a la Real una sufrida victoria en El Alcoraz

Los txuri urdin terminan con nueve merced a las expulsione­s de Juanmi y Theo

‘Huesca la magia’. La nieve propia de la provincia oscense se patrocina con ese eslogan que dio nombre a un equipo de ACB. Pero la magia en Huesca la puso ayer un navarro: Mikel Merino. Un ‘txitxarro’ del nuevo fichaje realista decidió un encuentro muy igualado en su desarrollo que terminó siendo un infierno para la Real, consagrada a defender denodadame­nte su tesoro con dos jugadores menos en unos minutos finales de acoso -pero no derribo- del equipo local. No, la Real no demostró ser ante un recién ascendido el séptimo equipo más valorado de Primera, un aspirante a Europa, le sigue faltando definirse cuando tiene el balón, qué quiere ser de mayor. Pero ayer ganó fuera de casa, con Illarra y Willian José en el banquillo jugando cero minutos, con dos menos por dos acciones pueriles de Juanmi y Theo y en un campo hostil que aún le falta cierta educación en la elite. La sensación es desconcert­ante, pero mandan los resultados: siete puntos en cinco partidos habiendo jugado cuatro a domicilio y uno en casa ante el Barcelona en medio de un océano de lesiones es un muy buen bagaje.

Cuando uno ve a la Real a merced de un rival como el Huesca, un horror defensivam­ente, como en tramos de la primera parte, o esgrimiend­o las faltas de Pardo y los balones largos de Rulli como únicos argumentos ofensivos, tiene la sensación de que en estos diez años en la elite creciendo en todos los sentidos cada uno de ellos, ha involucion­ado descaradam­ente. Pero no se le puede negar que se ha convertido en un equipo efectivo, que siempre está en el partido, lo lee y lo compite, de una manera menos ortodoxa, pero despersona­liza a los rivales y tiene un gen competitiv­o. Ayer ganó por lo mismo que perdió ante el Barça seis días antes. La Real tenía a Merino, un jugador que costó 12 millones en verano, y el Huesca, a Longo. Cuestión de jerarquía. La magia también se compra.

Injustific­able que Juanmi y Theo diesen razones a un árbitro que buscó a la Real

La Real todavía no ha encontrado una personalid­ad con balón, pero ayer apenas sufrió fuera de casa hasta las acciones pueriles de Juanmi y Theo que dejaron al equipo con uno menos del 73’ al 83’ y con dos menos del 83’ al final. Ahí el Huesca se volcó, pegó un palo, tuvo tres ocasiones clamorosas, pero no tuvo a Merino. En todo caso, si la temporada se va a resolver siempre en los minutos finales, por detalles ínfimos, por un juego de errores y aciertos, como los cinco que se ha disputado la Real hasta la fecha, los 28.000 socios txuri urdin van a necesitar un coach, como los jugadores. O un psicólogo, porque van a vivir al borde del colapso permanente­mente.

Sin Illarramen­di

Garitano se reserva un traje para cada faena y ayer decidió sentar en el banquillo a sus dos futbolista­s de campo más cuajados: Illarramen­di y Zurutuza. Es evidente que el entrenador, valiente, no quiere futbolista­s intocables ni líderes fijos en el terreno de juego porque mandó al banquillo a un capitán otrora inamovible, incluso el año pasado, cuando tocaba jugar dos partidos casi todas las semanas. Ya se veía venir en las dos jornadas anteriores, en las que fue sustituido. Merino y Bautista entraron por el dúo de veteranos.

Pareció sorprender el técnico realista a su homólogo Leo Franco con la posición de Pardo,

La Real ganó sin sus dos mejores jugadores, el árbitro en contra y con 9 al final

abierto a la derecha como volante y Merino, con idéntica función en el otro flanco, y la Real comenzó mandona, profundiza­ndo con Theo por la izquierda y Oyarzabal por la derecha. No obstante, el balón parado fue su principal argumento ofensivo y dos faltas bien ejecutadas con rosca envenenada de Pardo, que no encontraro­n rematador, fueron las opciones más nítidas.

Con Juanmi abierto a la izquierda y desarmado de razones tan lejos del área y un Bautista jornalero de la gloria en sus caídas por la izquierda, pero sin mucho empaque, a la Real le faltó entidad para llevar el encuentro a su terreno, si es que a estas alturas lo ha encontrado. La defensa del Huesca con un portero con zuecos en vez de botas como Werner, un desastre con rastas como Semedo y un retal como Luisinho parecía un caramelo, pero la Real no le quitó ni el envoltorio.

En ese escenario, el Huesca, jaleado por un público caliente y entusiasma­do por su bautismo en Primera, comenzó a lacerar con rápidas transicion­es y un puñal por la derecha llamado Gallar (todo el verano buscando un extremo con desborde y éste estaba a 249 kilómetros). Cargar el juego por el flanco de Theo comienza a ser un recurso recurrente de los adversario­s. Un chut de Gallar, verdugo del Eibar, que pegó en la cabeza de Cucho provocó un amago de infarto a los realistas, ya que el balón, con Rulli batido, se coló a centímetro­s del poste.

Precisamen­te un balón largo del argentino peinado por un poderoso Merino que recogió Oyarzabal supuso un respiro para los visitantes.

Tras el intermedio, el Huesca salió a comerse la hierba y la Real parecía habérsela fumado. Este panorama quizá confundió a un Rulli, desposeído siquiera de un grado de confianza, fuera de sí, que se hartó a regalar pelotas peligrosas al final e incluso se caía antes de sacar. Eso sí, le sacó un balón a Ferreiro y ahí la Real empezó a acariciar el gato.

Llegaba con frecuencia a la línea de tres cuartos, pero fallaba en el pase definitivo. Y llegó Merino para rematar con rosca des- de la frontal pegado al palo con su zurda un balón primero robado y luego servido por Theo. Se temía por un final taquicárdi­co. Lo propiciaro­n un árbitro desfasado que debería estar ya en su casa tomando sopitas con leche y vigilando la obra, y la actitud poco inteligent­e de Juanmi, que le provocó cara a cara con una amarilla, y Theo, que le dio una bofetada de niño de tres años a Musto con el balón parado.

Con dos menos, la Real metió el autobús en su área y vio cómo Aritz salvaba un balón que se colaba, que Longo detenía con su cuerpo otro cuero malintenci­onado y que el cabezazo en parábola de Melero se estrellaba en el poste con Rulli batido.

Y llegó el final. Tres puntos mágicos. Mientras llegan mejores tiempos para la lírica, la victoria suena a sinfonía

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FOTO: EFE Merino recibe la felicitaci­ón de sus compañeros tras el gol marcado, un tanto que sirvió para sumar tres puntos
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FOTO: RAFAEL GOBANTES/HERALDO DE ARAGÓN Igor Zubeldia protege el esférico en presencia de Moi Gómez

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