LA MALDICIÓN DE LAS CERCHAS
La Real vuelve a naufragar en Anoeta y cae ante un Valencia práctico que rentabiliza el solitario gol de Gameiro Las lesiones de Zaldua y Merino y el penalti marrado por Willian penalizan a los de Garitano, sin energía al final
Esta Real está demasiado tierna para superar todas las desgracias que le están ocurriendo y se ensañaron con ella en el encuentro de ayer. No tiene los suficientes recursos para invertir el signo de encuentros que se le ponen infernales, ni el fútbol y la convicción necesarias para ser solventes. El equipo txuri urdin volvió a naufragar en su flamante nuevo estadio, en este caso derrotados por un Valencia práctico que rentabilizó al máximo el solitario gol de Gameiro en la primera parte. De momento, el espectacular Anoeta, con las gradas muy cerca del campo y más de 2.000 gargantas jaleando constantemente a los txuri urdin, es lo mejor de la temporada, pero las cerchas, por ahora, están ejerciendo una especie de maldición que aleja a la Real del resultado.
Al equipo de Garitano le faltan el rodaje y los mecanismos para puntuar en choques como el de ayer, en el que todas las circunstancias se le pusieron en contra. Merino y Zaldua, los mejores de los encuentros anteriores, se lesionaron en la primera parte por sendas entradas del rival. El árbitro no quiso expulsar a Lato en las dos ocasiones que debió hacerlo, la primera en el 16’ y la segunda, evidente, de sanción para el colegiado, en el 65’, cuando derribó a Pardo en la acción del penalti. Y además, el Valencia marcó en la primera ocasión que tuvo y la Real arrojó la suya al vertedero al marrar un negadísimo Willian José una pena máxima para el 1-1. Todo ello con tres lesionados de larga duración en las primeras semanas de competición, dos descerebrados inactivos por sanción y una plantilla ya de por sí con ciertas lagunas en algunos aspectos como la velocidad en ataque.
Garitano, como Felipe II, que no era capaz de derrotar a la flota inglesa con la meteorología muy adversa, no mandó a sus naves a luchar contra los elementos; pero quizá ya deba salir de su estado de “preocupación cero”. Es que ni
Gil Manzano debió expulsar a Lato en el 16’ y, desde luego, en el 65’, en el penalti El dato Primer partido sin gol La Real sufrió su tercera derrota en el séptimo partido, el primero en el que no fue capaz de anotar.
cuando la Real merece empatar o ganar, como sucedió ayer o ante el Barça, lo hace. Y cuando juega mal, como ante el Rayo, tampoco vence, claro. Sí debería preocuparle que los futbolistas llamados a marcar diferencias en su equipo, a los que ayer por fin juntó en su alineación, escenifiquen una versión tan paupérrima: ausente y fallón Willian José; catastrófico Oyarzabal, máquina de perder balones; lento y falto de confianza Illarramendi. Que el mejor fuera Aritz Elustondo lo dice todo.
Esta vez, además, no le puede endosar el mochuelo a Rulli, que vio desde el banquillo la caída de los suyos.
Por fin sin Rulli
Garitano puso una alineación más naturalizada, por fin con los mejores en el campo, empezando por Moyá y acabando por Willian José y la Real quiso demostrar quién debe mandar en Anoeta se llame como se llame el que tenga enfrente. Con una presión muy elevada, fuerte y decidida, los donostiarras mantuvieron al Valencia 20 minutos acogotado en su campo. Pero la falta de velocidad y pericia en el último tercio impidió que los locales se adelantaran y además sobre los realistas cayó todo el peso de la ley de Murphy. Todo lo que pudo salir mal, salió mal.
Antes del descanso ya se habían lesionado dos de los mejores realistas del curso: Merino en el minuto 10 por un golpe de Gabriel Paulista y Zaldua en el 45 por un pisotón de Cheryshev. Además, el árbitro Gil Manzano decidió no expulsar, en un ataque de patética cobardía, a Lato, que, con una amarilla, cortó la enésima arremetida de Zaldua poniéndole la mano en el pecho. Además, en medio del debate en la portería de la Real, como suele suceder, se agigantó la figura del cancerbero rival, en este caso Neto, que voló sobre la línea para conjurar un cabezazo de Aritz Elustondo a la salida de un córner botado por Oyarzabal. Y luego se luciría parando el penalti.
El gol de Gameiro no se puede englobar en el capítulo de desgracias, sino de lógica futbolística. La Real tenía más el balón (60%), tiraba más a puerta, pero el Valencia, que este verano se ha gastado 125 millones de euros en fichajes, tiene más talento y dinamita. Ya había girado el choque y el cuadro ché por fin respiraba, jugaba en campo realista y se desplegaba con muchos efectivos. En medio de esa marea, Navas perdió un balón absurdo, que quiso pasar raso hacia la banda. Recuperó Soler, la defensa local replegó a la velocidad del funicular de Igeldo y para el gol se fusionaron la calidad de Cheryshev, que trazó un centro raso perfecto por detrás de la zaga, y el instinto de Gameiro, que apareció en el lugar y el momento idóneos para sacar el mazo.
Conexión muy efímera
Ya sin Zaldua, Garitano decidió sacar a Sandro, que se colocó junto a Willian José, bajar al eje de la zaga a Zubeldia y desplazar a Aritz al lateral derecho. Y la Real gozó durante unos minutos jugando en largo con los dos puntas, que exhibieron cierta química inicial para asustar al oponente. El grancanario voleó al lateral de la red y Oyarzabal, en buena posi- ción, mandó el cuero a la grada norte, que, pelada de asientos, parece el ‘backstage’ de un escenario.
El Valencia se ajustó y empezó a montar peligrosas contras con elementos ofensivos de refresco de primer orden como Guedes y Rodrigo y la Real comenzó a fundirse. La frescura y el ingenio de Pardo le valieron para forzar un penalti tras zafarse de Parejo y Kondogbia. Neto adivinó la intención de un Willian sin confianza y la Real murió con 24 minutos por jugarse. No había energía. La maldición de las cerchas cayó sobre una Real que acumula un punto de nueve en su nuevo estadio.
Y llega el derbi. Como aún tienen tiempo para fichar, quizá convendría contratar a Murphy
Bajísimo nivel de los tres principales cracks: Oyarzabal, Illarra y Willian José