“Qué cosa más rara”
Cuando uno se levanta de la mesa después de haber charlado durante una hora con Asier Garitano no tarda en llegar a la siguiente conclusión: ha compartido un rato con un tipo normal. Es una especie en extinción en este circo en el que se ha convertido el fútbol y el club se puede felicitar por tener al mando de todo a alguien normal. Emplea el mismo vocabulario que cualquier persona de la calle, huye del adorno en el que se pierden muchos de sus homólogos para deslizar un discurso prefabricado y plagado de palabrería destinada a hablar sin decir nada. El nuevo entrenador de la Real no sólo te habla, te dice algo. Te trata de igual a igual, con cercanía y se hace entender porque su deseo es precisamente ese, que entiendas lo que te plantea: te explica el porqué de las cosas, te ayuda a comprenderlas y, en definitiva, terminas el diálogo con la sensación de saber más de lo que sabías cuando llegaste. Durante el tiempo que duró la entrevista, el de Bergara nos fue desgranando cómo se ha tenido que ir adaptando de manera camaleónica a lo que dictaban las circunstancias que han ido mermando su equipo. Y su discurso no puede tener más coherencia. La razón le asiste cuando dice que la Real está “bastante bien” para todo lo que ha tenido que afrontar y cimenta sus esperanzas de futuro en todos los futbolistas que recuperará y que le permitirán evolucionar hacia un fútbol con más desborde, aunque siempre equilibrado. Se ha sentido encorsetado por las bajas, pero está satisfecho de haber encontrado respuesta a tantos problemas. Y en medio de todo, lanza mensaje de disconformidad con el pesimismo que percibía hasta el derbi. “Qué cosa más rara. Será siempre así”. Casi siempre, sí. Cuánta razón