Milagroso derechazo de Zourdine por la escuadra
El Sanse se impone al Bilbao Athletic en el derbi gracias a un gol espléndido del extremo en el único lanzamiento local a portería
Es posible que a Thior Zourdine se le reconozca desde hoy como el jugador con el mayor don de la efectividad. Fue el autor del derechazo a la escuadra en el único lanzamiento del Sanse entre los tres palos en todo el derbi. Con esta asombrosa simpleza y a su vez con enormes dificultades imperó el dominio txuri urdin contra el Athletic en sus duelos de esta temporada.
Lección básica, de primer curso de cantera: todos los derbis se suelen decidir por el más mínimo detalle, por insignificante que parezca. El Sanse se presentó en Zubieta con los deberes bien aprendidos y jugó con irreprochable concentración. Sin desesperarse al ver que el Bilbao Athletic era dueño del balón y del peligro. Ganó el más paciente.
El sello de Imanol Alguacil era visible por la intensidad con que se empleaba el Sanse en cada fricción. Sin arrugas. Este comportamiento, de modo análogo, generó un inconveniente: una amarilla para cada central al descanso. Le
Normand y Lapeña vivían al límite.
El riojano fue amonestado por meterse en una trifulca propia de un partido de máxima rivalidad. Nolaskoain atropelló en el aire a Jiménez, a Lapeña le pareció una imprudencia, Villalibre avivó la escaramuza y el árbitro se metió por la salomónica calle de en medio: una tarjeta para cada equipo.
El resto de los primeros 45 minutos se fraguaron entre las líneas de una historia más pragmática que poética. Lapeña, sal y pimienta en una cocción insípida, se despistó en un balón que no demandaba molestias y dejó a Villalibre solo ante el gol. Zubiaurre corrigió a su central en una salida acertada. Y eso que se le escapó el balón en el subsiguiente lanzamiento, obra de Vencedor. Le Normand abortó el desasosiego y despejó.
Zubimendi y Gorostidi eran el empaque de un Sanse más dubitativo cuando le correspondía el turno de atacar. La circulación paraba siempre por esas cuatro botas centrales, con Zourdine alborotando y Djouahra dando señales de vez en cuando . El resultado del atasco fue que Oleaga, el portero del Bilbao Athletic, estaba pasando totalmente desapercibido.
La sociedad compuesta por Zourdine y Petxarroman y ciertas diabluras de Näis Djouahra animaron la tarde. El Sanse le había cogido el pulso al derbi. A la nutrida grada de Zubieta no se le hacía extraña la estampa: el filial de la Real jugando, por encima de todo, con pasión para que los puntos más golosos no se esfumaran. Lapeña se descuidó de nuevo y entregó el balón en posiciones poco recomendables. Larrazabal se quedó a medio palmo del 0-1.
Héroe Thior: marca y despeja
El Bilbao Athletic estaba para el ecuador del segundo acto con la mosca detrás de la oreja, inquieto por la repentina proliferación de Näis y Zourdine, los más veloces de una jornada plomiza. El gobierno del partido, en todo caso, ya era alterno y no monocromático.
Volcado el derbi al lado derecho de la vanguardia txuri urdin, Thior Zourdine esculpió su obra y obró el milagro. Recibió de Petxarroman dentro del área, levantó la mirada, apuntó a la escuadra y ajustó con la derecha el único pero letal tiro entre los tres palos del Sanse. El asedio vizcaíno del final fue anulado por Zubiaurre y la impetuosa retaguardia del Sanse. Zourdine despejó el último saque de esquina. Voló con la capa de un héroe