Un canterano de importación
mensajes de apoyo”, dice el donostiarra, “desde muchos sitios, de otros clubs y me he sentido muy halagado. Las muestras de apoyo que he recibido han sido muy importantes para mí, me han dado fuerzas”
Han sucedido tantas cosas en la Real en las últimas semanas que ha podido pasar inadvertida una noticia muy grata para los técnicos y los aficionados, que es el gran rendimiento que ha ofrecido Robin Le Normand en los cinco encuentros que ha disputado. El joven central bretón salió a la palestra hace poco más de un mes por mor de las lesiones que han hecho mella en el centro de la defensa. Y por ahora ha sido el central que mejores prestaciones ha exhibido, por encima de los del primer equipo. Es más, el hecho de que tuviera que ver desde el banquillo los partidos ante el Alavés y el Madrid fue una manifiesta injusticia porque en los cuatro anteriores se había ganado nítidamente su continuidad. Pocos esperaban que el bretón de 22 años pudiera alcanzar ese nivel, sobre todo los que tuvieron la ocasión de verle en acción en sus primeros pasos en el Sanse. Pero ha sabido adaptarse, ir minimizando esos errores, evitar algunos apagones letales y, lo que es más importante, va sacando partido de sus virtudes, que son muchas: colocación, rapidez y una buena factura técnica que le permite sacar limpio el cuero. Robin es una rara avis en la Real, un canterano de importación, un foráneo de la casa, un bretón con txapela. Por fin la Real está explotando la fórmula de fichar jóvenes prometedores gratis o a precio de saldo en edad formativa para darles el último hervor en Zubieta. Y está visto que da resultados. Pero para eso hay que tener ojeadores como Eric Olhats, que fue quien le pescó y ya no está, o Juan Gómez, que se ofreció para serlo en Argentina y espera noticias