Tuvo que superar episodios de abusos verbales y de bulimia de su padre y de su entrenador
viendo por TV la final del salto de pértiga que ganó la norteamericana Stacy Dragila su padre tuvo una epifanía: “Mi padre me dijo, ¿te gusta esto? y como tenía contactos en la federación griega fuimos a probar y el técnico me dijo desde el primer día que podía ser buena y pensé, ¡vale, fantástico! Y así empecé”.
Con solo 10 años, a la pequeña Ekaterini le divertía más probar con diferentes deportes, incluso jugar con sus amigas y no practicar ninguno, pero su progenitor tenía un plan y había que ceñirse a él. Por otra parte, el entrenador Panagiotis Simeonidis tenía buen ojo porque en su primera competición, con solo 11 años, Stefanidi saltó 2.30 m y estableció un nuevo récord a su edad. Al año siguiente, otro más al conseguir los 3.40 m y así en una extraordinaria progresión se convirtió a los 15 años en la campeona del mundo junior con una marca de 4.30 m en Ma“No rruecos. Todo parecía ir viento en popa y la atleta recuerda que en ese momento las maneras de Simeonidis le parecían ‘normales’ porque no conocía otra cosa.
tenía con qué compararlo así que supuse que debía ser así. Desde los 12 años el entrenador me insultaba, me gritaba, me llamaba gilipollas. No era personal, a la que venía detrás de mí le hacía lo mismo. Corría y me decía ‘pedazo de mierda, ¿qué estás haciendo? ¿te crees que llegarás a ser una buena saltadora?’ Era una cuestión cultural, mi padre también actuaba así”, afirma. A los 12 años su entrenador comenzó también a criticar su físico: “Si te cuidas un poco más, si pierdes un poco de peso, serás mejor y estarás más guapa, me dijo. Y le contesté que no me importaba estar más guapa. No recuerdo exactamente la conversación, pero los gritos fueron tan fuertes que todo el estadio en el que entrenábamos se dio la vuelta”.
Un año después de proclamarse campeona del mundo junior, en plena pubertad con 16 años, ganó dos kilos y tanto su padre como su entrenador