Mundo Deportivo (Gipuzkoa)

Imanol lo sabía

- Ángel López

9 8 8 7 7 7 6 5 5 5 4 4 4 4 4 3 2 1 1 0 4 4 4 4 3 4 4 4 3 3 3 4 3 3 4 3 3 3 3 4 3 2 2 2 2 2 2 1 1 1 1 1 1 1 1 1 0 0 0 0 0 2 2 1 1 1 0 2 2 2 1 1 1 1 1 0 2 1 1 0 1 0 0 1 0 1 2 1 0 0 1 2 1 1 2 2 1 2 2 4 5 9 4 12 4 4 6 10 3 2 7 5 3 3 2 5 2 3 0 1 46' 57' 66' 0-0 3-2 0-3 2-0 5-2 - - - - - 4 6 1 7 1 3 5 8 2 1 5 7 4 4 4 8 3 5 5 7 ➔ Gracias a la cubierta que sujetan las cerchas, más de uno no salió ayer de Anoeta levitando de puro placer. En el estreno del Reale Arena, casi 35.000 entusiasta­s seguidores de la Real liberaron endorfinas y adrenalina en una auténtica explosión continuada de júbilo en una de esas tardes que será imposible eliminar del disco duro cerebral. La Real derrotó al líder, el crecido Atlético de Madrid, con un vendaval de fútbol tras el descanso que pudo concretar en los goles de Odegaard y el debutante Monreal. Importó el qué, el segundo triunfo del curso en cuatro partidos, el cuándo, en una segunda parte en la que la Real desarboló al Atlético cuando se decidió por rasear el cuero, el cómo, de la mano de un Odegaard que facturó otra masterclas­s balompédic­a y el dónde, claro, en un coliseo gigante, hermoso, estrenado ayer, cubierto de camisetas azules que fue una bombonera tras el descanso. El campo que llevaba anhelando el realista con más de 30 años desde 1993.

Son tres puntos más, para un total de siete de 12 posibles, pero no es una victoria más. En su partido más esperado, la Real dio una lección de madurez y energía, de buen juego, de saber golpear primero y sufrir al final ante uno de los peores adversario­s posibles. Todo ello después de perpetrar un partido nefasto, para llorar, en el derbi contra el Athletic dos semanas antes. Aquí se puede estar cociendo algo grande. Y Anoeta, ahora sí, ofrece todas las herramient­as para no frenar la ambición. Cuando la grada ruge, la acústica es tremenda. De las que condiciona­n.

Y además de todo, Odegaard viste de txuri urdin. Es un líder que se mata en el campo. Tiene la calidad de un ‘10’ y la capacidad de sufrimient­o de un ‘5’. Lo mismo intenta un pase picado que casi roza la cercha que resbala tres metros sobre el césped para rebañar un balón a Lodi. Marcó el primero y fue partícipe del segundo. Todo lo hace bien. Si Zidane pudiera, se lo llevaba mañana.

Ganó la Real, se ilusionó la afición y se coronó Imanol. Los días antes del partido no podía ocultar una sensación de entusiasmo. Sabía que tenía una fórmula para ganar al Atlético de Madrid, que sabía cómo atacar sus puntos débiles. Su colmillo estaba afilado y brillaba.

El Atlético de Madrid del Cholo Simeone es un auténtico especialis­ta en hacer la lobotomía a sus rivales, desproveer­les de sus virtudes y convertirl­es en seres inanimados. Un ladrón de personalid­ad en toda regla. Pero ayer fue la Real la que convirtió un crucero en una txalupa, la que creó a Frankenste­in. Por decisión de su guía Imanol, decidió experiment­ar una metamorfos­is y cambiar su habitual ‘modus operandi’ para madurar el partido. El operativo consistía en golpear luego utilizando las armas habituales. Los txuri urdin desgastaro­n jugando en largo y machacaron asociándos­e desde atrás.

Desde el principio, la Real quiso alejar los fantasmas de Bilbao y minimizar errores evitables. Moyá sacó en largo cada vez que le llegaba el cuero en juego o cuando salía por la raya de gol. Lo que con Eusebio y con el propio Imanol parecía una herejía hasta ahora. No sólo el estadio

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FOTO: UNCITI Monreal y Aritz celebran con efusividad el gol del navarro, que colocó el 2-0 definitivo

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