La energía te transforma
➔ La Real regresa con un nivel de intensidad que unido a su clase le hace letal
➔ Según la ley de la conservación de la energía, esta ni se crea ni se destruye, se transforma. Pero también es capaz de transformar. Para muestra, la Real. El conjunto txuri urdin jugó con toda esa fuerza e intensidad que le faltó en San Mamés y regresó del parón mostrándose como un equipo radicalmente opuesto al que deambuló por Bilbao.
Se demostró a sí misma que, con la calidad que atesora, si aplica el coraje y la energía con la que jugó ante el Atlético de Madrid, puede llevarse por delante a cualquiera. No se puede excluir de esta versión más ‘rock and rollera’ de la Real a Anoeta, que fue la fuente de la que se alimentó para poner todo lo que puso sobre el verde. El nuevo estadio es espectacular y los casi 35.000 que entraron por la puerta se dieron cuenta de que pueden jugar los partidos desde el minuto 0 al 90. Y vaya si lo hicieron.
No obstante, en esto del fútbol, con la máxima entrega no te basta. Si no cualquiera de los que batieron el récord de asistencia al campo podría haber estado abajo con idéntico resultado.
Al final del camino, lo que cuenta es la clase, la categoría del futbolista. La Real tiene un talento excepcional y lo demostró al ser capaz de exhibirlo jugando a un nivel de revoluciones en el que en muchas ocasiones ese elemento diferencial se esfuma.
Los guipuzcoanos fueron capaces de ser precisos a 1.000 por hora y eso les convirtió en un equipo ante el que el Atlético de Madrid no pudo sino claudicar.
Ya se dieron cuenta durante el primer acto los colchoneros de todo a lo que les iba a exponer esta nueva Real y este nuevo campo. Apenas fueron capaces de salir con peligro de su campo y esto llevó a Simeone a reconstruir su medular tras el naufragio en el primer acto.
La entrada de Llorente por Le
Odegaard es capaz de exhibir toneladas de clase jugando a 1.000 revoluciones