Ídolo de mi infancia

urante sus más de 100 años de historia, los niños y niñas de la Real han tenido diferentes ídolos con los que se engancharon a esta droga en txuri urdin. Los nacidos en los setenta querían regatear como López Ufarte, rematar como Satrústegui o volar como Arconada . La generación Z que hoy llena la grada familiar se besa el escudo como Oyarzabal, grita con rabia como Portu oda vueltas a los banderines de los corners como Mikel Merino. Otros como un servidor, perteneciente a esa generación perdida que sólo ha visto a su Real ganar un título y es el de Segunda División, creció viendo cómo Darko Kovacevic perforaba sin cesar las redes de las porterías rivales. Aquel dúo sacapuntas con Nihat encandiló a los niños de los noventa y llegaron a tiempo para ver a uno de los mejores, sino el mejor, extranjero de la historia del club. Darko era pasión, era rabia, era sentir los colores pese a nacer en el corazón de Serbia. Ver, una vez más, lo bien que habla de la Real y el cariño que guarda a la gente de Donostia no hace más que agrandar su figura. Confieso, casi 13 años después de su marcha, que tengo una foto suya con su firma empapelada en la pared de mi habitación: “Con cariño para Beñat, DK9”, reza el escueto mensaje. Con Anoeta remodelado casi al 100% a Jokin Aperribay todavía le queda una misión más para redondear su periplo como máximo mandatario y no es otra que traer de vuelta Darko Kovacevic para que su gente se deje las manos aplaudiendo al icónico delantero. La Grada Zabaleta le recibirá con el estandarte que aflora cada domingo ●