Mejor que venga el Madrid

a Real ha hecho dos partidos patéticos, sobre todo el de Gasteiz. No hay que ponerle paños calientes: se esperaba sacar entre cuatro y seis puntos en estos dos partidos y más que el haber sumado uno desgarra el nivel de juego, paupérrimo, mostrado por los de Imanol. En el campo se les ve algo lentos y mucho más torpes con el balón, como en esos partidos de pretemporada que juegan tras haberse entrenado por la mañana. Pero la explicación tiene que ser futbolística: para que la Real pueda superar al adversario con su fútbol de asociación y al pie necesita rozar la excelencia y un nivel de precisión del que ahora, tras dos meses encerrados en casa, está a años luz. Sin toque no hay confianza y sin confianza no se rompen las líneas del rival. Sí, han sido dos bofetadas, pero la Real se ha ganado el crédito esta temporada, el derecho a que se confíe. El confinamiento ha sublimado el recuerdo de lo anterior a marzo, pero ya hubo castañazos severos como el de Leganés. No era perfecto. Y en esta tesitura, es mejor que venga el Madrid que el tercer rival que le entregue la pelota y le asfixie con una presión feroz. Los de Zidane no van a atosigar a los txuri urdin. Puede que presionen alto, pero no será con la misma intensidad y quizá haya lugar para que Remiro y los centrales hallen a Merino y Odegaard y éstos puedan girarse. La mente es la que mueve los cuerpos y el jugar contra el Madrid quizá haga que los realistas se quiten la mochila de presión que portan con ese mandato de ir a la Champions. Viene un equipazo; pero el de enfrente sigue siéndolo ●