Un vuelo a ninguna parte
ueda la vuelta. Lustros soñando con poder jugar en escenarios como Old Trafford y ya pasa por ser el partido más intrascendente. Ir al campo del United vacío y sin opciones es como entrar en el Arzak y sacar un tupper de brócoli al vapor. La pregunta es inevitable: si se pudiera, que no se puede, y de tener que decidirlo tras el 0-4, ¿irían aficionados de la Real a Manchester? Unos cuantos, muchos. Seguro. Y acabarían con las reservas de cerveza de la plaza Shambles Square, como en octubre de 2013. Emocionante recuerdo para 6.000 realistas que el jueves terminarían tocados por la nostalgia y frustrados por un 0-4 y una actuación que nadie esperaba. Muchos justifican la hecatombe en la inacción de un Imanol que prefirió morir con las botas de su estilo puestas que plegarse a un cambio de sistema que tampoco garantizaba no ser goleado. De haber apostado por otra forma de jugar, renunciando al balón y más defensiva, la crítica tras una derrota habría sido más feroz y doble: pierdes el partido y la personalidad. Fue legítima su decisión de alinear a los mejores con el estilo que les seduce y de tratar de voltear el 0-1 de igual manera.La Real estuvo mejor antes y después del descanso, pero el 0-2 fue demoledor. Está claro que su fútbol asociativo y arriesgado le vale a la Real para ser competitiva en la Liga, pero en Europa, prima lo físico, fuerza y velocidad. Merece una reflexión. A los chicos de la cantera se les enseña a jugar como lo hace el primer equipo y se seleccionan chavales para ese estilo de juego. Y al mismo tiempo la Real quiere ser competitiva en Europa. Hay que amoldarse ●