2055 queda muy lejos
➔ La Real ha vuelto a levantar un título por su costumbre de ganar: el próximo no tardará tanto en llegar
➔ Nervios de acero para agarrar el hierro. Contra todo pronóstico, la Real salió campeona de una final fea. La estética pasó a un segundo plano y dio igual. Inmejorable noticia. Título por ganar. Por superar al rival. La condición suprema, por encima del buen gusto por el fútbol. Un equipo ganador. Jugadores campeones. Siguiendo la costumbre de un entrenador cuyo sello se estampa con una fuerza sobrenatural. No se veía una relación tan estrecha con la victoria desde los tiempos de Ormaetxea o Toshack. Que ya es decir. Normal, entonces, que se haya levantado un título.
El 3 de abril de 2021 queda grabado 34 años después de la Copa de 1987. Hubo momentos de la primera parte en que la Real estuvo paralizada, visiblemente incómoda, hasta con una pizca de tembleque. Hacía falta más frecuencia en la precisión, más jerarquía para imponerse. El Athletic emitía unas señales de mayor confort. Por una razón aplastante: era su partido prototípico. Clausura a cal y canto de los espacios. Carpetazo a la belleza. Que del espectáculo se encargue Brasil. Holanda. O el Sursum corda. En La Cartuja había que ganar y nada más.
Un cuarto de hora a flor de piel
Imanol, elegante, de negro, con una americana de etiqueta, se vistió de gala. En el descanso pensó que las florituras se quedaban ahí. Lo último que pensaba era que el Athletic le iba a conceder a la Real un título plácido. Acertó, claro.
El cuarteto arbitral... Qué cuarteto. El ejército de colegiados que
Los árbitros lucieron ‘amarillo Orio’ e intervinieron en la final
Imanol eligió sus mejores galas, una americana de etiqueta, pero se dejó de florituras
La Real se inspira en Andy Warhol con su cuarto de hora de gloria en la vida
imparten justicia, o lo que sea, en el fútbol actual, guiñó al entrenador de la Real con su vestimenta. Un amarillo al más puro estilo Orio. Inconfundible tono que distingue al pueblo de Imanol. Intervinieron en la final. Mucho. Bien o mal, quién sabe. Quizá regular. Es imposible saber con exactitud científica si Iñigo Martínez le dio un codazo al balón dentro o fuera del área. Al límite, desde luego, sin duda. La dificultad de dar en el clavo es tan vieja como el fútbol. Tres minutos tardó Estrada Fernández en aclarar el contencioso.
Uno más, cuatro, pasaron desde que el colegiado decretó penalti y expulsión de Iñigo hasta que levantó la roja para teñirla de amarilla. ¡Menos mal que no se arrepintió de señalar los onces metros! Un posible penalti, luego otro. Todo en un cuarto de hora a flor de piel.
No por los nervios, que también. Sino porque fueron 15 minutos en