Gipuzkoa se ambientó de menos a más
➔ El punto álgido se vivió por la tarde en Donostia
Puente, muy cerca de la Cartuja.
Por allí desfilaron los miembros de las peñas Nazarena y el Sur, ‘realzales’ de corazón, algunos guipuzcoanos como Ion Urrestarazu o Juantxo y un buen puñado de andaluces como Pepe ‘el cohete’ o Sergio, cuarentón emocionado al observar a Nacho, un joven hincha ataviado de txuri urdin de arriba abajo. Hay cantera aquí también.
Suite con vistas y promesa
No pudieron estar en las gradas del estadio, pero cinco miembros de la peña El Sur lo compensaron porque consiguieron suite en el Exe Cartuja, un hotel ubicado dentro del estadio con habitaciones y comedor con vistas al campo. Espectadores privilegiados. Su presidente, Manuel, de 24 años, ha prometido correr 50 kilómetros entre un pueblo de Gipuzkoa y Anoeta tras la victoria de anoche.
Un txokito de Sevilla respiró pasión txuri urdin, con algún ‘athletikzale infiltrado’. La fiesta del final fue espectacular. Los hinchas también fueron campeones ● ➔ Donostia y Gipuzkoa vivieron una jornada llena de emociones en la que el ambiente se fue caldeando a medida que avanzó la jornada, para llegar a su punto álgido por la tarde con la mayor concentración de aficionados en la Parte Vieja de la capital guipuzcoana. El descontrol no alcanzó el punto de Bilbao, donde hubo altercados y hasta un contenedor quemado, pero sí se juntaron numerosos seguidores especialmente en la calle Ikatz.
Toda la provincia amaneció con los nervios a flor de piel ante la llegada, por fin, de la final de Copa. Desde primera hora de la mañana el color txuri urdin se apoderó de las calles de la capital guipuzcoana, con centenares de seguidores de la Real luciendo camisetas, bufandas y banderas de su equipo. Pero, a fuerza de ser justos, un buen número de elásticas rojiblancas pusieron el contrapunto a la mayoría blanquiazul. Como suele ser habitual cuando juegan Real y Athletic, ambas aficiones se mezclaron entre sí con respeto y confraternización y se pudieron ver las habituales escenas de parejas con camisetas de ambos equipos, cuadrillas o familias rivalizando, siempre con el sano pique que manda en la relación AthleticReal. La crisis sanitaria evitó que el ambiente se caldeara más, con los clásicos gritos de ‘¡Real, Athletic!’ en los bares o en las calles de la Parte Vieja pero según se acercó la hora del partido, la temperatura de las aficiones fue en aumento ●