La Real exhibe espíritu
a Real exhibió ante el Celta el espíritu de supervivencia, la capacidad del agonista para sufrir que ya le dio el éxito en la recta final de la pasada temporada, para recordar a toda la Liga que cuenten con ella para el quinto puesto. Ayer lo recuperó de la forma menos convencional. Al menos alejada de las mandamientos que mandan en su catecismo. Primero porque, de forma deliberada, eligió elaborar menos y jugar más directo. Posiblemente para evitar la presión del Celta y, también, porque ante el enorme cúmulo de bajas (ayer perdió para Ipurua a Aritz, Carlos y seguramente a Le Normand) Imanol diagnosticó que el juego de posición de su equipo no está en su momento álgido. Esa falta de control convirtió el duelo en una ruleta rusa que el excesivo intervencionismo del VAR terminó por deformar. La primera parte, con una surrealista amarilla a Aritz, dos penaltis, un gol anulado en el rechace o una posición dudosa del portero al detenerlo fue desquiciante. Por eso el mérito de la Real fue salir viva, conseguir remontar en ese manglar en el que el mal arbitraje de Gil Manzano convirtió el partido. Para cuando el choque adquirió un relato más natural, con una mayor continuidad en el juego y dos equipos defendiendo sus propuestas, el resultado tenía ya demasiado peso. La Real pudo sentenciar antes de la hora de encuentro y, en la media hora final, activó el modo supervivencia para defender con alma, instinto y una buena organización defensiva tres puntos decisivos en su camino a Europa ●