Un mensaje delicado
Firmar a un futbolista de 19 años que procede de la factoría ‘Red Bull’ no parece una mala iniciativa, incluso parece una buena oportunidad. Que lo haga un club como la Real Sociedad, cuya vocación fundamental es formar a sus propios productos, abre cuanto menos un debate sobre la conveniencia, o no, de la maniobra en el mercado. Que la campaña es excepcional porque el Sanse competirá en el manglar del fútbol profesional es evidente. Y a ese respecto, la Real se ha pronunciado con contundencia. Su primer movimiento fue inyectar al filial un ADN de perfil más profesional procedente de la casa (Sangalli, Zubiaurre, Roberto López o Näis )y ahora se ha lanzado al mercado desde el que, además de Peter Pokorny, llegarán otros tres futbolistas más. No es dudosa la Real en estos últimos años de haber promocionado un sinfín de futbolistas procedentes de su cantera a su primer equipo. Pero la incursión del Sanse en Segunda adentra al club en un resbaladizo terreno. Se corre el riesgo de trasladar el mensaje, ante las dificultades objetivas que va a encontrar el filial, de que se antepone competir, el resultado, a que continúe adelante la cadena formativa del club. Es una cuestión que se debe tratar con delicadeza para evitar que canteranos que llevan años en la casa y que están en los últimos kilómetros de su formación no vean en estos refuerzos (tanto los fichajes como los canteranos recalificados cuyo futuro seguramente ya no está en la Real) una traba que les lleve a rendirse, abandonar o buscar otros horizontes ●