Mundo Deportivo (Gipuzkoa)

“Desearía que todos los niños pudieran tener a mis padres”

Sinner, que dejó el esquí por el tenis y su casa con 14 años, destacó el papel de su familia: “Me dejaron elegir”

- Ángel Rigueira

Jannik Sinner ganaba pruebas de esquí de niño, en su San Candido natal, rodeado de montañas muy cerca de la frontera con Alemania. Con 13 años se decidió por la raqueta. A los 14 aceptó la oferta de uno de los entrenador­es más reputados, su compatriot­a italiano Riccardo Piatti, para formarse en su academia en Bordighera. “Fue duro, pero la manera más rápida de crecer. Tenía que cocinar, lavarme la ropa”, rememora ya como nuevo campeón del Open de Australia, su primer Grand Slam.

Ha ensalzado a su familia públicamen­te, en su discurso en la pista. “A todos los que estáis mirando desde ca- sa, especialme­n- te mi familia. Desearía que todos pudieran tener a mis padres. Siempre me dejaron elegir lo que quise. Incluso, cuando era más joven, practiqué otros deportes. Nunca me presionaro­n. Ojalá esta libertad fuera posible para tantos niños como sea posible. Muchas gracias a mis padres”, comentó en el estadio.

Refrendó su discurso ante los medios. “Nunca me presionaro­n, y creo que fue la clave de que ahora esté aquí. Son perfectos, como mi hermano, que siempre me aporta honestidad. Para ellos también

tuvo que ser duro dejar marchar a un hijo. No nos vemos muy a menudo, por desgracia, pero siempre es un gran momento cuando nos encontramo­s”.

“A veces vienen y nunca dicen una palabra de tenis. Sólo disfrutan del ambiente torneo. Es un ejemplo. Lo ves en la educación de Jannik en pista. No tira la raqueta, es tranquilo”, destaca Simone Vagnozzi, el entrenador italiano que eligió a principios de 2022. Temía haberse estancado, cerró la etapa con Piatti. Comenzó a remodelar su equipo.

A Vagnozzi, que se encarga más del trabajo cotidiano técnico, se unió el australian­o Darren Cahill, para aportar la experienci­a de haber estado con nº 1 como Andre Agassi o Lleyton Hewitt. Aporta las vivencias de los campeones. Y Sinner quiere ser uno de los grandes.

Fichó a un preparador físico y un fisioterap­euta nuevos, cuidó la parte mental con el especialis­ta de la F-1 Riccardo Ceccarelli. Buscó una progresión técnica y un entorno estable “porque pasamos mucho tiempo juntos, y tan importante es lo de fuera como lo de dentro de la cancha”, indica un Sinner que se declara “tranquilo. Me gusta jugar a tenis y hacer cosas normales”.

Su fama creció con la victoria en la Copa Davis, aún será más ídolo ahora. Tiene contratos con importante­s firmas internacio­nales. Goza de buena imagen en todos los

ámbitos, también en el vestuario. Si pudiera, pasearía por la calle como cualquier chaval de 22 años. Pero ya le reconocen. Como bromea él mismo, su condición de pelirrojo dificulta su afán por el anonimato. Este rasgo ha dado nombre a su club de fans, los “Carota (zanahoria) Boys”, que se dejan ver en la grada ataviados con disfraces de esa hortaliza.

“Significa mucho esta victoria, lo sé. Un paso importante fue conocer mi cuerpo mejor, conocer mejor a mi equipo. El año pasado buscamos unos buenos resultados que me ayudaron a creer que podía competir con los mejores. Ahora debo procesar esto, y sabemos que hay que seguir mejorando para tener la ocasión de ganar otro Grand Slam”, avisa

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Italia FOTO: AP Jannik Sinner, primer título de Grand Slam a sus 22 años. Un héroe en

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