Cuando abandonar no es una opción
En su visita a MD Isidre Esteve compartió la odisea que él y su copi Villalobos vivieron por terminar el Dakar
Isidre Esteve y Txema Villalobos vivieron en este último Dakar una odisea que se prolongó 72 horas. Inasequibles al desaliento, aunque los momentos fueron tremendamente intensos, no arrojaron la toalla. Cuando ya competitivamente no puedes hacer el resultado ansiado, completarlo y recibir la medalla de ‘finisher’ es la cuestión. Pero reconoce el de Oliana en su visita a MD “que psicológicamente ha sido el más duro de mi vida. En las carreras lo hemos pasado muy mal, hace 19 años que estoy ahí y hay momentos super difíciles, pero ha sido una de las ediciones que nos hemos sentido mejor con lo que hemos hecho”.
“Con Txema hubo momentos que sufrimos muchísimo, que me decía ‘Isidre, yo no me veo capaz de sacar el coche de aquí’ y yo le decía: ‘Txema, es el momento de descansar, bebe un poco, come, nos relajamos. Mira, no va a venir nadie a rescatarnos, o sacamos nosotros el coche o nos quedamos a vivir aquí. Mi condición conlleva que cuando hay un problema yo no me bajo del coche, y veo a Txema trabajando y trabajando y yo allí solo esperando que me diga: ‘Isidre, pon el coche en marcha’. Lo intentaba y en 10” el coche se volvía a hundir y solo podía decirle, ‘va Txema, que vamos bien”. Y eso se repitió una y otra vez”, recuerda. Y después de cuatro horas para salir de un agujero, y Txema
cuatro planchas para arriba, cuando caían en otra y seis horas más de lo mismo.
Una de las decisiones más inteligentes fue quedarse a dormir en las dunas e intentarlo con la luz del día, aunque una hora después el destino les deparó que volvieron a hundirse en la arena. Y aunque tuvieron la oportunidad de abandonar y acabar con el calvario:”Nunca abandonamos, eso está clarísimo”.
”Por la noche en el control de intersección le dije, vamos a parar aquí. Y un comisario me dice: ‘puedes coger la pista y te vas directamente al vivac’. Le dije, ‘no, no, si cojo la pista es un dorsal naranja (y reengancharse) y nosotros estamos aquí para hacer la carrera. Una cosa es hacer el 100% del Dakar con todos
los kilómetros, el dorsal blanco y subirse al podio final y otra dejarse 200 kilómetros de etapa, llegar al vivac a buena hora, dorsal naranja y al final no pasas por el podio. No la has terminado, eso es algo muy distinto”.
Por el handicap de su lesión medular tan alta Isidre no podía aportar una ayuda física a su compañero y afloró su faceta motivadora, jamás discute con él y nunca exige. Y eso que confiesa que “yo estaba machacado psicológicamente mirando por el retrovisor, pero no quería que se me desmotivase Txema”.
“Primero es mi amigo, luego es el copi, quien en esa noche de dormir en las dunas, me ayudó a salir del coche, me acercó a la tienda, el que me vino buscar por la mañana. Yo no puedo hacerlo sin él, sin él, me pier
do, no puedo bajar del coche y si se atasca lo único que le digo es ‘no pasa nada, no pasa nada’.Vi que debía hacer algo. A nivel deportivo ya no puedes hacer nada, pero luego está la carrera, el estar aquí y quedaba una semana por delante. No podíamos bajar los brazos, lo último debía ser abandonar”.
Y tras tanta gestión del dúo, cuando consiguen concluir la etapa -hay un punto virtual que marca la tablet de navegación, pita y se para el crono-, hacen el enlace y llegan al vivac se les saltaron las lágrimas de emoción. “Cuando por fin cruzamos meta, no había nadie, éramos los últimos, se había parado el crono 24 horas más tarde de lo previsto. Haces el enlace y estás solo, llegas a un vivac, donde suele haber 4.000 perarrastrando sonas, y no hay nada y ves a cuatro personas que vienen corriendo, los miembros de tu equipo, y es maravilloso”. Aún se emociona al relatarlo un mes después. Lo que no se vio es que cuando pitó la tablet marcando el final de la crono se miraron y lloraron desconsoladamente.
Y ese cojín inteligente Nubolo, cuyo diseño ha perfeccionado a lo largo de siete años a través de su proyecto con la Fundación Isidre Esteve para evitar la aparición de úlceras por presión en un usuario como él de silla de ruedas, volvió a ser milagroso. Qué lejos queda aquel año y medio que se pasó tumbado en cama tras su primer Dakar post-lesión medular. “Al estar sentado cada vez hay menos glúteo y el hueso está muy cerca de la piel, corta el riego sanguíneo, se muere el tejido, se produce una necrosis y es la llaga. El cojín que llevo, que está dividido en siete zonas que se van hinchando y deshinchando, es que activa
“No quería que se me desmotivase Txema. Si se atasca solo le digo: ‘no pasa nada’”
Su cojín inteligente Nubolo lo libró de un mal mayor: “Mi piel estaba impecable”
la circulación sanguínea continuamente y mi piel ha estado igual del primero al último día. Yo puedo volver a correr, mi piel está impecable y eso puede beneficiar gente con problemas de movilidad”. Y han terminado un ensayo clínico con el hospital Vall d’Hebron para que sus tres versiones puedan ser prescritas por la Seguridad Social.
En 2025 Isidre Esteve cumplirá su 20º Dakar: 10 en motos y 10 en coches: “Vamos a cambiar el coche a ir con la penúltima versión del Toyota con motor V6 biturbo, seguro, y empezar a correr más pronto de lo que creíamos”. Y siempre con su gente