Toda una vida en un gesto
Imanol, desde el banquillo, no pudo evitar que los sentimientos se desbocaran y su celebración se salió de los cánones del oriotarra
Muchas veces resulta más elocuente un único gesto que mil palabras vacías, y algo de esto debió suceder el pasado domingo en Son Moix a renglón seguido de la obtención del gol de la victoria por parte de Merino en el último suspiro del partido.
Imanol, desde el banquillo, no pudo evitar que los sentimientos se desbocaran, y su celebración del gol se salió absolutamente de los cánones de respuesta del técnico oriotarra, de normal, bastante más contenido, tanto en los goles propios como en los ajenos. Lo que ese gesto venía a poner de manifiesto era la carga de tensión, de preocupación, de ansiedad, acumuladas a lo largo de las últimas semanas, y que, al fin, encontraban la vía por la que canalizarse y salir al exterior. Y es que en los dos últimos meses, los acontecimientos se habían ido solapando peligrosamente, sin apenas dar tregua, poniendo a prueba la capacidad de respuesta de un grupo poco acostumbrado a estas lides. Tres frentes abiertos, a cuál más exigente, con la natural carga de partidos, y el corolario lógico en forma de lesiones.
Dar la cara en todos los escenarios sin sufrir siquiera un rasguño, es algo que no está al alcance de casi nadie, y la Real no iba a ser la excepción. De la destreza de Imanol y los suyos para manejar este tipo de situaciones, iba a depender en gran manera el éxito de la campaña. Las últimas semanas habían sido particularmente duras, con el equipo padeciendo una suerte de maldiciendo de cara al portal contrario, lo que penalizaba lógicamente su progresión.
Cinco partidos consecutivos sin ver puerta es un lujo que pocos se pueden permitir, y urgía resolver esa deficiencia. De por medio otras incidencias que probablemente guarden relación con este particular contexto, como, por ejemplo, las duras manifestaciones del técnico hacia uno de sus pupilos tras el partido de París. Aquello no fue normal en Imanol, como tampoco lo fue la manera de celebrar el gol de Merino, pero todo ello se halla íntimamente interrelacionado, en un contexto de competición y exigencia del más alto nivel ●