A las puertas de la proeza y de las semis
Tras avanzarse en el mercador con gol de Raphinha, el Barça se quedó con diez y el PSG remontó con ayudas
Pudo haber sido una noche histórica para un Barcelona por el que nadie daba un duro hace un par de meses. Aumentó a dos goles la ventaja en la eliminatoria, en el primer zarpazo de Lamine Yamal y Raphinha, pero una decisión muy rigurosa del árbitro rumano, expulsando a Araujo por una falta sobre Barcola, resucitó a un PSG que había comenzado en la misma línea de impotencia de la ida. El trencilla no pitó después un penalti de Vitinha a Gündogan y al final del partido repartió amarillas y rojas a diestra y siniestra, haciendo méritos ante Al Khelaïfi, el auténtico jefe de la UEFA. El conjunto francés, mimado del organismo europeo, impulsado por un arbitraje sospechoso, reaccionó con goles de Dembélé, Vitinha, Mbappé de penalti y otra vez Mbappé, con el Barça a la desesperada. Después, la épica no bastó para lograr una proeza que estuvo muy cerca y el Barcelona se quedó a las puertas de las semifinales con un 1-4 excesivo.
Sin duda, el planteamiento inicial de ambos entrenadores fue el previsto. El Barça, como en París, dejaba hacer al PSG a la espera de que se generasen espacios. El conjunto francés tocaba y tocaba, acaparaba el balón, con un equipo más reconocible que en el Parque de los Príncipes, con Hakimi en el once tras su sanción y Mbappé esta vez por el centro, dejando la banda para un Barcola que hizo mucho daño por la izquierda.
Gran esfuerzo de un Barcelona serio mientras jugó con once. En igualdad, el PSG apenas generó peligro pese al alto ritmo que impuso, gracias a la gran concentración de un Barcelona que salió con Pedri de inicio y aguantó el ritmo elevado con el que esta vez jugó el conjunto de Luis Enrique. Cuando Araujo fue expulsado, entró Iñigo y el sacrificado fue Lamine Yamal.
Después del 2-3 de la ida, el conjunto francés estaba obligado a ganar y su puesta en escena fue buena
prueba de ello. Como en París, presionó arriba y dominó, pero sin generar ocasiones de gol. Sí la creó el Barcelona en la primera ocasión que tuvo. Y la aprovechó.
El gol que parecía hundir al PSG
El PSG dejaba, en su presión, que fuese Araujo quien saliese con la pelota, y situaba la presión sobre Cubarsí y De Jong. Pues Araujo lo aprovechó para abr ir a la derecha, a Lamine Yamal, con ventaja. El joven extremo puso la directa, rompió por banda y mandó un centro preciso al área, donde apareció, prácticamente en su primer toque, Raphinha para marcar un tanto que parecía casi decisivo.
Tocado por el gol, el PSG se desdibujaba. Dembélé, al que el árbitro perdonó la tarjeta en un pisotón cobarde a Cubarsí, estaba en la línea
de sus años en el Camp Nou y Mbappé seguía con su hibernación, hasta que llegó el momento decisivo.
Rechazaron Ter Stegen y Koundé justo antes de la jugada clave de la eliminatoria. Una pérdida de Araujo desembocó en una transición de Barcola. En su reacción, el defensa cargó sobre Barcola, que cayó teatralmente y logró que el árbitro turco expulsase al central uruguayo, que aunque la roja fue muy rigurosa midió mal en su carga. Hacer la falta fue un riesgo innecesario, pero la roja es muy discutible.
Impotente en el juego, el PSG resucitaba gracias al impulso arbitral y lo aprovechó. Una apertura de Vitinha a Barcola desembocó en centro que no pudo rematar Mbappé pero sí Dembélé, que después de años burlándose del Barcelona le marcó el segundo gol en dos partidos, con
Cancelo llegando tarde al marcaje.
Todas las opciones del Barcelona pasaban, de repente, por la resistencia. Ya sabía el conjunto de Xavi que el PSG iba a quemar sus naves en la segunda parte y que además contaría con el rumano Kovács.
Un balón que se envenenó a Ter Stegen y un chut demasiado cruzado de Barcola tras acción colectiva del ataque ya pusieron a prueba la resistencia cardíaca de Montjuïc. Y poco después, en un córner, Vitinha recibió en la frontal sin que nadie le vigilase y lanzó un disparo ajustado al palo que Ter Stegen no pudo atajar. El PSG empataba la eliminatoria y poco después la ponía a favor en un penalti absurdo de Cancelo a Dembélé que Mbappé transformó.
Solamente quedaba la carta de la épica, contra el PSG y contra un arbitraje mafioso que no quiso saber nada de un penalti sobre Gündogan. Con el Barça crispado y el PSG cómodo, hubo ocasiones de Lewandowski y Raphinha, pero Mbappé culminó una contra y apuntilló