Mundo Deportivo (Gipuzkoa)

Fin a una era en Dortmund

- MARCO REUS

Nunca las despedidas de grandes leyendas son plato de buen gusto. Como dice el aficionado del fútbol, no hay forma de decirle adiós bien a alguien que ha transcendi­do, que se ha convertido en icono, a menos que sea para que cuelgue las botas.

Hay ejemplos que se cuentan con los dedos de la mano de los que han sido un éxito. Andrés Iniesta en el Barça es uno de ellos. Es, de hecho, un ejemplo perfecto para desengrana­r lo que se espera de la ruptura deportiva entre el Borussia Dortmund y Marco Reus. Hay quienes fantasean que la leyenda más grande de la historia del club se retire por todo lo alto, con la Champions League bajo el brazo, aunque para eso se deberá doblegar al Real Madrid en Wembley, que no es tarea fácil.

Ganar o no, sin embargo, no va a ensuciar ni mancillar el legado que Reus deja en el Signal Iduna Park. Un final que se empezó a escribir ya el pasado verano, cuando el extremo decidió dar un paso al costado, perdiendo responsabi­lidad tras rechazar el brazalete en vistas de su reducción de minutos de juego sobre el césped. Sin rechistar, el único de los Lewandowsk­i, Götze, Hümmels y

Gündogan que permaneció en el BVB, ha aceptado ese cometido esta temporada. Siendo, como dicen en la NBA, el ‘sexto hombre’, el primer cambio. No hay que culpar ni mucho menos a Edin Terzic, el enemigo de Reus han sido las lesiones y el paso del tiempo. Con 34 años, y 1.322 días de baja a lo largo de su carrera, es momento de dejar el fútbol de élite curiosamen­te en el año, a excepción del de su debut, en el que han aparecido menos las lesiones.

Es imposible de olvidar ese tobillo doblándose con Alemania y que, probableme­nte, costó demasiado a uno de los mayores talentos que ha sacado el país. Porque Reus era esa clase de futbolista exquisito, habilidoso y con visión. Se movía indetectab­le entre líneas, salía adelante en los momentos grandes y era decisivo en la finalizaci­ón. Y a pesar de debutar en el otro Borussia, en Möncheglad­bach, juró amor eterno al Dortmund, el club de su vida, desde su llegada en 2012. Ahora, 426 partidos, 169 goles y

130 asistencia­s después, toca disfrutar de un merecido descanso en una liga menor a ‘Woody’, el último reducto del Dortmund de Klopp

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