¡Anímense, hombre!

T ras colgarse el bronce en Rio y sumar medallas en tres Juegos Olímpicos consecutivos, ha habido una mezcla de elogios (merecidos, sin duda) para los chicos de Sergio Scariolo y también una especie de desconsuelo general por entender que se acaba una era, que se cierra un ciclo, como una especie de tristeza por la posible despedida de grandes jugadores y la idea más o menos es que se acaban los días de vino y rosas y que comenzará a hacer frío en el futuro. Bueno, no se aflijan tanto, porque vamos a seguir ganando medallas. Vale, de acuerdo, no creo que vayamos a lograr 9 en 11 años, como ha ocurrido últimamente, pero es que eso es algo anómalo, un sindiós, como diría el Cabo Gutiérrez en

‘Amanece que no es poco’, algo que sólo habían logrado antes aquella Yugoslavia y aquella URSS míticas. La mitad de esto ya sería un éxito para cualquiera. S i Pau Gasol y Navarro se apagan lo notaremos, eso es así, pero seguiremos estando arriba. Se tiende a pensar que la selección actual es muy dependiente de la generación del 80 y esa idea ahora mismo no es demasiado acertada. En los Juegos ha habido jugadores de 10 hornadas diferentes y sólo tres del 80 (4, si contamos a Calderón, del 81) y en el grupo que ganó el oro en el pasado Eurobasket los había de 11 generaciones distintas y sólo dos del 80. Cualquier equipo en el que estén tipos como Ricky Rubio, Sergio Rodríguez, Sergi Llull, Nikola Mirotic/Serge Ibaka, Rudy Fernández o Marc Gasol tiene opción de medalla seguro. Eso lo saben en Lituania , en Grecia ,en Serbia o en Francia, aunque quizás curiosamente no en España. T odo este rollo lo suelto porque si en el próximo Europeo ganamos otra medalla, la décima en 12 veranos, ya se pueden ustedes ir preparando para leer cosas del tipo ‘el ciclo inacabable’ o ‘una dinastía eterna’ o perlas por el estilo, que los periodistas somos así de originales