Goles con corazón
Aina y Nayadet (Sta Teresa) se entregan a fines humanitarios
Una lección de vida. Las historias de Aina y Nayadet, jugadoras del Santa Teresa, son los relatos de dos heroínas de carne y hueso, dos personas cuyo inmenso corazón les ha llevado a triunfar más allá del terreno de juego.
Nayadet López (22 años) empezó a jugar a fútbol con nueve años tras triunfar en la gimnasia rítmica. Por entonces sufría asma y dedicarse a este deporte implicaba meterse en una dinámica muy dura de entrenamientos, así que prefirió seguir los pasos de su hermano Alexis y pasarse al fútbol. Ha jugado en el CFF Marítim, Valencia y Sporting de Alicante antes de recalar en el Santa Teresa. Estudió Ciencias de la Actividad Física y del Deporte y a la hora de realizar las prácticas, lo tuvo claro.
“Había la opción de trabajar con niños y personas discapacitadas a través de caballos y me encantó la idea”, explica. “Iba los lunes y jueves a las cuadras para enseñarles a montar y a cuidar a los caballos porque el vínculo que se establece con el animal es muy especial. El caballo nota que una persona tiene problemas y se vuelve muy sumiso, la trata mejor. Es muy bonito”, relata la valenciana.
“La motivación de estas personas por levantarse cada día y superarse te ayuda a valorar más todo. Gracias a ellos, a ver que pese a sus problemas siempre tienen una sonrisa, he podido superar yo mis baches y me ha ayudado a seguir en el fútbol”, apunta.
Su compañera Aina Torres (24 años) también pensó en dejar el fútbol. Se formó en el Barça durante seis años, de ahí se fue a Estados Unidos a estudiar Biología, pasó un año en Zambia con la ONG ‘Grassroot Soccer’ para ayudar a enfermos de sida a través del fútbol y regresó a casa de la mano del Espanyol la pasada campaña hasta recalar en ésta en el Sta Teresa. Su coraje la llevó a un país donde el sida es devastador. “En África, todavía el sida está muy estigmatizado y ayudamos a la gente a tratar a los enfermos con normalidad a través de torneos de fútbol y a su vez a que ellos no tengan que esconderse. Además, les inculcamos cómo prevenir el contagio”, explica. Su mejor recuerdo es su participación en la Liga femenina de Zambia, donde “a veces el equipo rival ni se presentaba”, una experiencia tan bonita que le ayudó a seguir vinculada al deporte que ama. Junto a Nayadet, conforman la cara más humana de la Liga