Oriol Pedimos demasiado
El FC Barcelona volvió a alinear un centro del campo sin ningún jugador de La Masia 511 partidos y nueve años después. Disponía de Sergi Roberto como mediocentro y
Rafinha y Denis Suárez como interio
res, pero Luis Enrique apostó por Mascherano, Rakitic y André Gomes y se repitió la historia del 11 de mayo de 2008, cuando Frank Rijkaard, en su último partido en el Camp Nou, formó una medular con Edmílson, Yaya Touré y Deco.
Asegurar que Mascherano, Rakitic y
André Gomes no pueden ofrecer el fútbol con que deleitaron Busquets,
Xavi e Iniesta es una perogrullada, pero de ahí a castigar el inédito centro del campo del Calderón por su actuación ante el Atlético, hay un mundo. El argentino inició la acción del 0-1 robando el balón a Griez
mann y resulta evidente que el Barça ofreció una imagen mucho más solvente con el croata y el portugués en el campo que con Denis y Rafinha.
El centro del campo, el equipo y el partido dejó a muchos una sensación agridulce. Pero es una insensatez pretender que un equipo que no atraviesa su mejor momento, como se pudo comprobar frente al Betis, le pesa las piernas y sufre las bajas sensibles de Busquets e Iniesta, gane y se pasee en el campo del vigente subcampeón de Europa. El Barça practicó un fútbol más efectivo que brillante, alejado de su esencia, pero tras el siempre durísimo mes de enero, con dos rondas coperas difíciles ante Athletic y Real Sociedad, la única exigencia era competir y tratar de lograr un buen resultado para la vuelta. El Barça compitió y, aunque fuera de nuevo gracias al mejor ataque de la historia, se llevó un extraordinario 1-2 que le acerca a su tercer título consecutivo.
La exigencia de la afición y la crítica siempre es buena y ha sido una de las claves de la excelencia y el éxito de este Barça. Pero a veces debe ser comprensible. No hay argumento posible al empate ante el Betis y muchos para explicar el vendaval rojiblanco, con Correa,
Griezmann, Gameiro y Torres y nada que perder, en la segunda parte del Calderón. El rival también juega
Tras un enero duro y con bajas, ganar y exhibirse en el Calderón es una utopía