Mundo Deportivo

SÍ ES PAÍS PARA VIEJOS

La resurrecci­ón de Roger Federer es la punta de lanza de un fenómeno imparable: los 30 son los nuevos 20 Incluso más allá de los 40 hay deportista­s de elite que siguen ganando a rivales que podrían ser sus hijos

- David Llorens

Cómo ha cambiado la película. Hace algún tiempo la frontera que separaba a los deportista­s normales de los veteranos era los 30 años; en cuanto el ‘3’ subía al marcador de la edad, los síntomas de declive se hacían evidentes y, salvo honrosas excepcione­s, el ocaso tardaba poco en llegar. Botas colgadas. Camiseta retirada. Homenaje. Fin.

Hoy es muy distinto. Hay muchos ejemplos ilustrativ­os, pero llamémosle Roger Federer. Con 35 años, tras muchos meses en el dique seco por una lesión y con sus mejores días ya muy lejanos, el suizo ha recuperado el pulso del nº 1 mundial que siempre fue y lidera el ranking de 2017 tras sus triunfos en el Open de Australia –el tenista más viejo de la historia en ganar un Grand Slam tras el ‘aussie’ Ken Rosewall

(37 años)– e Indian Wells.

Dos factores clave

Federer no es una excepción, sino la punta de lanza de una tendencia evidente: en el deporte de elite, los 30 son los nuevos 20. ¿Por qué? Simplificá­ndolo a la mínima expresión, hay dos factores esenciales para mantener el pulso a una vida tan exigente como la alta competició­n.

Por un lado, la mentalidad. No se puede continuar con el mismo nivel de motivación si la ambición es pequeña y el hambre se sacia deprisa. Términos tan gráficos como “instinto asesino” o “ojo del tigre” son los que definen a los supercrack­s, a la gente que nunca tiene bastante y que continúa intentando superar sus límites. Eso se tiene, no se trabaja ni se adquiere.

La otra mitad de la ecuación es el físico. Las lesiones graves siempre son un peligro hasta cierto punto aleatorio, pero una buena preparació­n y cuidado pueden reducir los riesgos al mínimo. Y ahora los deportista­s son más profesiona les que nunca, cuidando su instrument­o de trabajo, el cuerpo, con el mimo y la dedicación con los que Stradivari­us manufactur­aba sus maravillas de cuerda. Se rodean de equipos de nutricioni­stas, recuperado­res, fisioterap­eutas preparador­es físicos, gurús del yoga y el pilates y de herramient­as tecnológic­as (cámaras hipobárica­s, biomecánic­a y un interminab­le etcétera) que les permiten eternizars­e sin perder eficiencia y desgastánd­ose lo menos posible. No es el secreto de la eterna juventud, pero se le parece bastante más que la cirugía plástica. No hace falta ir muy lejos de Federer para hallar más casos. La estadounid­ense Serena Williams (35) tiene la misma edad que el helvético y sigue encaramada en la cima y sin síntomas de debilidad aparente. Su hermana mayor, Venus (36), y el gigantesco (2.11 m.) croata Ivo Karlovic (38) no están a su nivel, pero siguen siendo temibles para cualquier oponente por joven que sea. Vale, pongamos pegas. En el tenis no hay contacto físico y la longevidad es más asequible que en un deporte de contacto. Pues nada, ahí está Tom Brady para tumbar argumentos. El quarterbac­k de los New England Patriots es el jugador más viejo de la NFL, con 39 años. En su posición se reciben muchos golpes y realmente duros: al otro lado del campo hay 11 tipos enormes, rápidos y agresivos cuya principal misión es arrancarle el balón a cualquier precio. El marido de Giselle Bundchen es el indiscutib­le nº 1 más allá de su edad, campeón vigente y MVP de la Super Bowl tras una remontada inconcebib­le ante Atlanta Falcons. Y ya ha anunciado que no tiene la menor intención de dejarlo: ¿qué motivo objetivo hay, más allá de la pertinaz insistenci­a de su esposa?

Floyd Mayweather y Manny Pacquiao, otros dos teóricos prejubilad­os, continúan siendo los referentes del boxeo mundial y no están nada estropeado­s para tener 40 y 38 castañas, respectiva­mente,

Maduritos en la cima: Serena (35), Tom Brady (39), Mayweather (40) o Jaromir Jagr (45)

en un deporte que suele cobrarse peajes carísimos. El estadounid­ense ha sabido dosificar sus aparicione­s como nadie y el filipino, mucho más generoso, conserva una clase que ahora se nutre más de la experienci­a que de la velocidad chispeante de su juventud.

En la NBA el venerable es Vince Carter (Memphis Grizzlies), todo un All Star que continúa siendo imprescind­ible ya cumplidos los 40, con 24 minutos jugados por partido al lado de Marc Gasol. Y conserva intactos los muelles que le consagraro­n como un magnífico ‘dunker’. Paul Pierce (Clippers) y Manu Ginobili (Spurs), ambos con anillos en los dedos, le siguen de cerca con 39 años. En la Liga ACB también hay dos casos reseñables, temporeros promiscuos en sus colores. El senegalés Sitapha Savané (38 años) y el neoyorquin­o Tariq Kirksay (37) siguen teniendo mercado por su entrega, compromiso y fiabilidad.

Competitiv­o a los 45

Quizá el caso más llamativo y espectacul­ar de que el deporte de elite sí es país para viejos es el checo Jaromir Jagr, una de las estrellas históricas de la liga profesiona­l norteameri­cana de hockey hielo (NHL). Sigue ahí, en los Florida Panthers, a los 45 años y ya lleva 27 temporadas en la mejor competició­n del mundo, en la que ha vestido ocho zamarras distintas. La mayoría de sus compañeros y rivales no había nacido aún cuando él debutó como ‘pro’.

Su secreto es simple: trabaja más que nadie. Son famosos sus ‘midnight trainings’, sesiones que efectúa solo y de noche vistiendo un chaleco repleto de pesos. Desde que tenía nueve años acomete religiosam­ente 2.000 sentadilla­s y 100 flexiones diarias. Una simple multiplica­ción arroja un saldo desde entonces de 14 millones de sentadilla­s y 700.000 flexiones. Con estos datos, no es de extrañar que asegure que se ve bien capaz de jugar hasta los 50

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FOTO: GETTY Roger Federer con se ha reinventad­o 35 años de edad
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