Mundo Deportivo

Joshua, el nuevo Lennox

Anthony puede devolver el brillo perdido a los pesos pesados

- David Llorens

El boxeo se frota las manos tras una larga travesía del desierto: por fin hay un campeón del peso pesado con magnetismo y poderío suficiente­s para recuperar parte del esplendor perdido. Anthony Joshua (27 años) demostró, venciendo en Wembley ante 90.000 espectador­es a Wladimir Klitschko por KO técnico en el 11º asalto, que las esperanzas depositada­s en él no eran infundadas.

En filas de ring, presencian­do una pelea que batió récords de ‘pay per view’, estaba Lennox Lewis, el último gran rey del peso pesado antes de entrar en las tinieblas de la mediocrida­d y un molde en el que Joshua encaja casi a la perfección. Ambos son británicos, campeones olímpicos –Anthony lo fue en Londres’12–, de tamaño imponente (1.98 m. y 113 kg. de pura fibra) y con un puño devastador. Sus estadístic­as son impolutas: 19 peleas, 19 victorias, 19 KO.

En los últimos 15 años sólo Klitschko había aportado algún atisbo de calidad a una categoría en franca regresión. Sin embargo, su cicatería y boxeo especulati­vo aburrían al espectador. Sabía que Joshua, al que había tenido de ‘sparring’ y a quien aprecia sinceramen­te, sería un rival mayúsculo y, aunque llegó a Wembley sin haber peleado en 17 meses y con 41 años a cuestas, lo hizo en mejor forma de lo que haya estado jamás. Llegó a tumbar al nuevo campeón en una ocasión, la primera en su carrera, pero éste se rehizo, enviando al ucraniano a la lona tres veces antes de noquearle en un combate, al fin, digno de pagar un precio.

Ya hacía tiempo que a Anthony Joshua se le llamaba ‘the next big thing’, el nuevo fenómeno, y no ha hecho más que confirmar las expectativ­as. Sin embargo, sigue siendo un desconocid­o en la Meca del pugilismo, Estados Unidos, porque se ha labrado toda su trayectori­a en territorio británico. Conquistar América, donde está el dinero y el prestigio, será su próxima asignatura porque en su lista de futuribles sólo hay dos posibilida­des sólidas: una revancha con Klitschko, que se celebraría en EE.UU., o bien un duelo con el boxeador de Alabama Deontay Wilder, que ostenta el cinturón sel Consejo Mundial, único que aún no tiene Joshua.

De padres nigerianos, tuvo una adolescenc­ia salvaje repleta de pe- leas callejeras, chicas, coches rá- pidos y flirteos con las drogas. Su físico excepciona­l siempre encon- tró acomodo en el deporte, donde era un atleta más que competente (11”6 en el hectómetro con 15 años de edad) y un buen futbolista.

Fue su primo, Ben Ileyemi –también púgil profesiona­l actual- mente–, quien le llevó por primera vez a un gimnasio, el Finchley de Barnet, en el norte de Londres, pa- ra alejarle del mal camino. An- thony había cumplido 18 años, muy tarde para comenzar en el bo- xeo, pero se enganchó al instante. Al año siguiente ya ganaba tor- neos amateur, un síntoma inequí- voco de que tenía un don para esto.

Los cazatalent­os no tardaron en ofrecerle su primer contrato pro- fesional, una suculenta bolsa de 50.000 libras. Declinó la oferta para ser olímpico mientras trabajaba como albañil para tener una fuente de ingresos.

En octubre de 2013 pasó a profesiona­l y saldó su primera pelea con KO en el primer asalto. Protegido por los técnicos Tony Sims y Robert McCracken, en los últimos tres años ha aprendido a atemperars­e y la vida loca le queda muy lejos. Ha invertido en un gimnasio de lujo en el West End londinense y sus pasatiempo­s pasan por el ajedrez o la lectura

Le comparan con Lennox Lewis: 1.98 m, 113 kg, 19 combates, 19 victorias por KO

Comenzó a boxear a los 18 para alejarse del mal ambiente y fue oro en Londres’12

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FOTO: GETTY Anthony Joshua celebra su victoria por KO técnico en el estadio de Wembley mientras Klitschko sigue tumbado en el suelo

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