Dobletes en juego
La realidad se acabará imponiendo en este mayo de finales y títulos. El Madrid puede conseguir un doblete y el Barça, también. Zidane tiene la Liga al alcance si no pierde ninguno de los cuatro partidos pendientes. También está a tres de ganar la Champions. Pero la siniestralidad visita también a los grandes y Simeone quiere dejar de ser el eterno segundo y no pasar a la historia como el desdichado Raymond Poulidor. Hoy se verá la primera parte del nuevo duelo europeo entre dos historias, dos estilos, dos palcos y dos aficiones madrileñas. Entre el poder establecido y la gloria por conquistar. El Barça aspira a un doblete nada modesto. Luis Enrique se ha empeñado en ganar los tres partidos de Liga que quedan y esperar la avería de la BBC, el plan B, los Marcelos, los Iscos y el resto de estrellas. La opción de la Copa depende de la final con el Alavés en el Calderón. Este año, la novedad más positiva del Barça es la consagración de Messi como primer jugador del planeta. Con Leo se ha ganado en los campos de Madrid, Atlético, Sevilla, y Espanyol. Ciertamente, se han cedido absurdamente puntos en el Camp Nou con equipos de menos entidad. Pero el hecho es que la máquina de fútbol en este tramo final de campaña es de una madurez y eficacia goleadoras formidables. Al margen de los títulos finales, retengo tres hechos cabales que recordarán los tiempos de este curso. Primero, la remontada contra el PSG en la Champions. No había precedentes. Segundo, el aplauso atronador con que la afición despidió al equipo al bajar el telón de la Champions ante una Juventus que venía con un 3-0 de Turín. El barcelonista encajaba la derrota con un reconocimiento incuestionable a la trayectoria futbolística del Barça que ha dominado sin rivales el comienzo de este siglo. Y tercero, el gol de Messi, en el 92’, en el Santiago Bernabéu, dejando pasmado al madridismo universal. El pulso Messi-Ronaldo se resolvía en ese último segundo