Tranquilos e intranquilos
Quiérase o no, se mire como se mire, todo lo que afecta al entorno del Barcelona acaba afectando a la entidad y creando más presión al equipo
Aunque el FCB entienda que los hechos que se le imputan a Sandro Rosell no tienen nada que ver con el club, la salpicadura de la ‘Operación Rimet’ es inevitable, visible y maloliente. Por ser quien es, por ser amigo de quien es y por estar vinculado a causas judiciales que sí tienen que ver con el club. Mal día para pretender centrarse en la de la Copa del Rey y peor aún para descentrarse. De repente el ‘caso DIS’ toma otra dimensión y la final también. Más presión.
Estando el equipo como está, con Sergi Roberto y Luis Suárez sancionados, Mascherano y Piqué prendidos con alfileres, con la afición pensándoselo dos y tres veces antes de viajar Calderón y con la absoluta necesidad de ganar, el partido contra el Alavés se complica por momentos. Cuanto más se acerca, más difícil parece por más que la victoria se siga dando por descontada. Y no debería ser así aunque el Barça sea favorito en todas las casas de apuestas. Hemos visto cosas este año que pueden volver a pasar y que si pasan, se llevaran por delante la temporada.
En el MD de ayer, hablaba Ante Tomic con José Ignacio Huguet y le decía que ganar la Liga ACB podría ser un buen camuflaje para esconder la nefasta temporada del Barça de basket. Quizás camuflaje no sea la palabra apropiada, pero es perfectamente válida porque los títulos (el de baloncesto sería lo nunca visto) maquillan interesadamente la realidad. Pero la realidad es la que es y esta sección, en opinión de los expertos, casi necesita partir de cero. Con títulos o sin ellos.
Y, si hablamos de fútbol, es evidente que revalidando la Copa del Rey, el curso hasta podría parecer mucho mejor de lo que ha sido. Un título de tres, luchando por la Liga hasta el último día, cuartofinalista de la Champions, los árbitros, las lesiones, ha sido un accidente más que una temeridad...
Ahora bien, si se pierde contra el Alavés el efecto multiplicador de la cruda realidad (la misma que si se ganase) será inevitable. Una hecatombe por más que, desde dentro, se le trate de restar trascendencia a los resultados inmediatos y a las cuestiones judiciales. El “estamos tranquilos” es una constante y un mensaje interno permanente. El problema es que desde fuera la constante es la intranquilidad en lo deportivo y en lo institucional, donde llevamos años escuchando que no pasa nada y cada día pasan más cosas