La vida Real de Ana Begoña en Durango
Esta vizcaína de 63 años de corazón txuri urdin rechazó el carnet del Athletic de su marido fallecido
Bizkaia es territorio comanche para los realistas de corazón, pero por eso los que residen en la provincia dominada por el Athletic se sienten todavía más orgullosos de su pasión. Es el caso de la durangarra Ana Begoña Losa, de 63 años, una irreductible seguidora de la Real Sociedad y feligresa de los partidos de Anoeta. Poco le importa estar rodeada de familiares y amigos del Athletic, de vivir en una localidad vizcaína y tener que coger un autobús casi dos horas antes del partido cada vez que juega la Real en casa.
Ana nació en Elgoibar, pero fue por “casualidad”, porque su abuelo era jefe de estación en la localidad guipuzcoana y nació en casa de los aitonas, pero recién nacida sus padres, durangarras, se la llevaron Begoña Losa. “Igual fueron los aires guipuzcoanos al nacer los que me llevaron para la Real”, dice.
Hace unos meses, la Real le entregó un obsequio porque con su carnet fueron a todos los partidos de la pasada temporada, a la inmensa mayoría fue ella, pero cuando su trabajo en la Residencia se lo impidió, siempre encontró un voluntario durangarra para relevarla.
La suya es una historia de resistencia en su amor a los colores txuri urdin. Toda su familia es rojiblanca y su marido, Romualdo Zumarraga, fallecido hace tres años, era un forofo del Athletic, socio compromisario. Tanto, que en su domicilio no podían hablar del fútbol por aquello de no discutir. Cuando él murió, ella rechazó heredar su carnet rojiblanco. Imposible. Lo hizo su hija.
Ana demostró ser una realista incondicional. Se hizo socia cuando la Real bajó a Segunda, en el año 2007, cuando más necesitaba el apoyo de su gente. “Aquí todos me dieron el pésame cuando bajamos y pocos me felicitaron cuando ascendimos. Pero a cualquier les puede pasar”, dice. Pero es que además tiene afán divulgativo de su ardor txuri urdin, a pesar de las trabas que se encuentra. Cuando habla por teléfono con sus nietas, que residen en Londres, siempre les recita: ‘Bat, bi hiru, lau, bost sei, zazpi... y ellas gritan ¡Real!’. “Luego se me harán del Athletic, como sus padres, pero mira que lo intento. Y ellas siempre me insisten: ‘Abuela, otra, vez: ‘Bat, bi, hiru...”, dice, orgullosa.
Cuando comenzó a acudir a todos los partidos de Anoeta, hace 10 años, lo tenía que hacer en tren y dedicaba todo el día en ir y volver. Ahora, se monta en el autobús que fleta a la Real, que sale de Bilbao y para en Amorebieta y Durango. Siempre se llena. Lo sufraga la Real. Ella sólo tiene que pagar dos euros por ir y volver. “A mi marido le costaba 7, 5 euros ir a San Mamés”, recuerda. Hay buen ambiente en ese autocar. Y este curso ya se ha llevado dos veces la porra porque siempre se la juega al 3-0. Tras los encuentros ante el Villarreal y el Vardar volvió eufórica por la victoria y con los bolsillos llenos de monedas.
“Yo soy de la Real y lo digo orgullosa por Durango y allá por donde voy”, sostiene esta entrañable aficionada. “Salto a la yugular de quien sea para defender lo mío”, añade. Celebra la existencia de más seguidores de la Real en su pueblo, aunque “no es para echar cohetes”. Esos le alegran el corazón cuando los lanzan de dos en dos en Anoeta.
Ana no irá hoy a San Mamés. Se acuerda que fue una vez “y no volví en el portamaletas de chiripa”. La Real había ganado 0-1 con gol de Bakero en Copa y se había metido en la final. Es una especie de talismán. También asistió a la victoria en Estambul ante el Galatasaray (1-2) en Champions.
Tampoco verá el derbi por la tele, porque sufre demasiado. Se irá informando vía WhatsApp. Será el miércoles cuando despida a Vela y el año de su Real en su segunda cada, el coliseo de Amara
Se hizo socia cuando la Real descendió en 2007 y comenzó a ir en tren a Anoeta
“Yo soy de la Real y lo digo orgullosa por Durango y allá por donde voy”