Descrédito
Tiene razón Josep Maria Bartomeu cuando denuncia que hay mucha gente empeñada en minimizar los éxitos del Barça. No es nada nuevo. Son los mismos que ya lo hacían, no hace tanto, cuando el Real Madrid celebraba Copas del Rey con rúas multitudinarias y el Barça vivía el clímax de la era Guardiola . Es lógico, pues, que lo sigan haciendo ahora que los blancos van camino de la cuarta Champions en cinco años. Ocurre que, en ese lustro, el Barça ha ganado 3 Ligas, una con Triplete y otra con Doblete. Si mérito tiene la trayectoria europea del Real Madrid, un mérito paranormal, igual valor tiene el palmarés acumulado del Barça, incomparable si abrimos el foco a los últimos 14 años (9 Ligas, 6 Copas y 4 Champions). Por lo tanto, las campañas de descrédito deben ser repelidas desde la indiferencia, sabiendo que hay altavoces muy ruidosos contra los que no se puede luchar desde un córner llamado Catalunya. Ladran, luego cabalgamos.
Lo que no debería hacer el Barça es confundir esas voces tendenciosas con la sana crítica, más próxima, necesaria cuando acaba una temporada. Ésta ha sido agitada y solo el buen hacer de Valverde estabilizando al equipo ha logrado estabilizar al club. Soñar con Liga y Copa en agosto era soñar en grande. Soñar con conquistar estos dos títulos como se han conseguido, una utopía. No existe campaña de descrédito posible ante estos éxitos. Pero, claro, el 11 de abril cayó una bomba llamada Roma que provocó una onda expansiva dolorosa que sacudió a todo el club y modificó la relación de confianza presidente/entrenador. Una debacle inexplicable por el qué y por el cómo que ha distorsionado cualquier análisis racional de la temporada y que se ha sumado al frustrante acumulado de los dos últimos años de Luis Enrique. Ahí sí se puede atizar al Barça. No por perder, sino por no competir.
Por suerte, llega el verano. Roma se difuminará y las campañas de descrédito se resetearán. Si es que no lo hace antes el Liverpool en Kiev