Se puede apostar a todo
No es cierto que Europa y la Champions sean una superliga española. Pero hay que reconocer que en lo que va de siglo el Madrid, el Barça, el Atlético y el Sevilla se han llevado más títulos que ninguna otra de las competiciones de más prestigio histórico. El nivel de la Liga está por encima de las mismas competiciones en Inglaterra, Francia, Italia y Alemania. Es un ciclo irresistible que se manifestó con un gol espectacular de Bale en Kiev, una entrada dura de Sergio Ramos a Salah que lo envió al vestuario y con un portero llamado Karius que con dos intervenciones desafortunadas de tal magnitud provocaron la compasión de la siempre fiel hinchada del Liverpool. Algo debe tener Zidane para ganar tres Champions seguidas por suerte, por casualidad y también, claro está, porque ha llegado a las tres finales y las ha ganado ante adversarios de gran peso. Es un error apostar sólo por la Champions como sugiere con matices Carles Puyol. El Madrid reina en Europa pero no consigue superar al Barça de Leo Messi, en otras palabras, Cristiano Ronaldo ha perdido más veces con el argentino en un pugilato que se refleja en los resultados de los choques directos entre el Barça y el Madrid. Copa y Liga son trofeos importantes que no pueden caer en el ámbito de categorías infravaloradas. Ahora vienen los Mundiales de Rusia y se revelarán una vez más nuevos talentos, estilos distintos y el nacionalismo futbolístico habitual. Pero para los aspirantes a la nueva Champions de 2019 hay que empezar a preparar una temporada que será tan dura como las demás. Habrá que ver si Ronaldo y Bale siguen en el Madrid y si el Barça acierta en la fórmula que le permita aspirar a todo. Messi sigue siendo la espina dorsal del éxito, Coutinho se va imponiendo como goleador, Luis Suárez es una garantía y Dembélé ha de demostrar que su talento tiene que traducirse en goles y en jugadas decisivas para marcarlos. Está muy bien priorizar la Champions pero si Bartomeu me pidiera un consejo le diría también que el Barça B es un fracaso al descender de nuevo a Segunda B. Es como si secaran las raíces