La alegría de Katelyn Ohashi sólo la transmitía Ronaldinho
Messi sigue rindiendo pleitesía a Ronnie, sabe que le regaló no sólo un gol, una vida
Katelyn Ohashi me hace feliz, esa mujer me transmite buen rollo cada vez que pongo su ejercicio de suelo en el ‘Collegiate Challenge’ compitiendo con la Universidad californiana de UCLA. Sonríe siempre, baila, se mueve al ritmo de la música de Michael Jackson, pizpireta se contornea con el ‘The way you make me feel’ y me derrito cuando suena el ‘I wan you back’ y ella vuela. Qué quieren que les diga, me vuelve loca de felicidad. Pertenezco a ese tipo de personas que necesita reír más que respirar, que me envuelvo en los brazos de los que piensan que la vida es un regalo que hay que saborear con optimismo, soy de las que aún da gracias por cada sonrisa que nos regaló Ronaldinho... Entre Ohashi y Ronnie me han agotado los datos del mes, así que me toca navegar a velocidad de tractor. Pero ha valido la pena.
Ohashi es feliz porque dejó la alta competición que le hacía vivir amargada, insegura, triste. Prefería estar lesionada que aspirar a unos JJOO, le podía ese estrés emocional. Liberada de todas esas presiones, su alegría ha puesto de nuevo en valor lo importante que es saber contagiar felicidad, cambiar el ánimo de los que presencian un evento deportivo buscando algo más.
Hubo un tiempo que infravaloraron la sonrisa de Ronaldinho, herejes obstinados en hacerse con el control del Barça, impuros tristes y agoreros que prefieren la penumbra a la luz que emana Ronnie. El crack gaucho devolvió al Barça su auto-estima y lo hizo deslumbrando con su magia y con su sonrisa. Ronaldinho era feliz en el campo y así lo hacía saber al mundo. Hasta que un día le borraron la sonrisa de su cara y sólo pudo dejar el Barça.
Pocos apreciaron la magia de Ronnie tan de cerca como Leo Messi, que sigue rindiendo pleitesía a Ronaldinho no por aquel medio gol que le regaló (por dos veces) ante el Albacete, el primero de sus 400 tantos, sino por todo lo que le enseñó del fútbol y de la vida. Ronnie le animó a disfrutar de cada instante, por pequeño e insignificante que le pareciese, le preparó el camino para convertirse en el mejor de todos los tiempos, le ayudó cuando no era más que un proyecto, le enseñó a sonreír con su fútbol.
Soy muy de Ronaldinho, de siempre, ahora también de Ohashie. Me hacen sonreír