Una carta de amor
‘Sunderland ‘till I die’ permite observar las dinámicas internas de un club de fútbol
En Netflix han estrenado otra serie documental dedicada a un club de fútbol. ‘Sunderland ‘till I die’ (Del Sunderland hasta la muerte) empieza de una manera original y reveladora. Recoge una misa en la iglesia de Sunderland, en la que el cura convierte al equipo de fútbol de la ciudad en el eje central de su plegaria. Su discurso resume a la perfección la importancia del club para sus habitantes, el nivel de afición y la convicción que el porvenir del equipo tiene incidencia directa en el desarrollo de la ciudad y el bienestar de su gente. A continuación, el capítulo resume cuarenta años de historia en poco más de un minuto, explica cómo pasó de su esplendor a The Championship (la segunda división inglesa), hasta situarse en la temporada 2017-18, que es donde pone el foco la serie. Y el momento elegido igual no resulta muy brillante, pero televisivamente es agradecido: todo lo que puede salir mal, sale mal. Es la maldición del documental. Arranca con el primer partido de pretemporada y el lenguaje audiovisual atribuye al amistoso el dramatismo propio de una final de Champions. Pero los responsables de la serie no son los únicos exagerados: enseguida detectamos que los propios aficionados se indignan sobremanera con el rendimiento de su equipo, que pierde el amistoso, largándose del estadio y despotricando contra sus jugadores. La secuencia sirve para entender, a lo largo de los ocho episodios, el fuerte vínculo emocional que tiene la gente de Sunderland con su equipo. Los seguidores están siempre muy presentes. La serie, apta solo para enfermos del fútbol, permite observar los engranajes internos de un club de fútbol. En el tercer capítulo, por ejemplo, es excelente la cuenta atrás para cerrar el mercado de fichajes y el estrés que eso genera en las oficinas del club, ávidos por encontrar los jugadores que necesitan.
El hecho que la serie esté producida por una asociación de fans del equipo provoca que la serie sea una especie de carta de amor a los aficionados y a la ciudad, un regalo para ellos. Y se nota, en la manera de abordar el día a día del club, el deseo de mostrarlo con cariño