Mundo Deportivo

Messi ante dos Clásicos

- Lluís Foix

Es difícil imaginarse cómo será el Barça después de Messi. Pero es más complicado todavía entrever cómo será el fútbol cuando el astro argentino cuelgue las botas. Messi aporta un talento superior y exhibe un carácter sencillo y fuerte a la vez. El público local y global no le discute su grandeza, ni le silva ni le riñe. Se rinde y le aplaude. Ha transforma­do lo extraordin­ario en ordinario en el gen del Barça. Juega bien y se queja poco. Casi nunca. Ni siquiera ahora que es el primer capitán. A pesar de la dureza de los adversario­s. Habla el lenguaje del fútbol y teje complicida­des con quien le entiende. Alba, Dembélé y

Suárez combinan con él.

Coutinho ha perdido interés y eficacia. Otra de las válvulas de seguridad de este Barça es la seguridad de Ter Stegen en la portería y Gerard Piqué en la defensa. Inmejorabl­es. El Bernabéu recibirá dos veces esta semana al equipo de Valverde. Puede ocurrir lo inesperado, es decir, todo. El Madrid está con el síndrome del VAR y los árbitros. Su aparato de agitación llega a los confines del planeta.

Florentino practica un discurso imperial que no acepta contraried­ades. Llamó personalme­nte a Rubiales, en caliente, cuando el VAR no consideró un penalti a

Vinicius en ante la Real. El domingo fue Butragueño quien manifestó que el Madrid, equipo señor, claro, no habla de la labor de los árbitros tras el piscinazo de

Casemiro auditado por el VAR. En tiempos de videoarbit­raje hay partidos que se deciden en los despachos. Semana de clásicos apasionant­e

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