Un ciclón espectacular
→ El conjunto de Koeman, muy superior al Athletic, remató el título con cuatro tantos en 12 minutos → Griezmann, De Jong y un exultante Messi (2) rubricaron una actuación fantástica de los azulgrana
→ Tardaron en llegar los goles pero si hace dos semanas el Athletic claudicó ante la Real Sociedad en pleno aguacero en La Cartuja, esta vez el Barça desató su voracidad con cuatro tantos en 12 minutos para conquistar una Copa del Rey muy deseada con los goles de Griezmann, De Jong y Messi (2). Una Copa de Koeman, que celebró lo que puede ser el inicio de algo grande con el aliciente a tiro de firmar el doblete con Laliga, y también de Messi, exultante. Y de todos. De los veteranos y de los más jóvenes que suben. porque este Barça, por el que casi nadie apostaba ni un euro cuando perdió la Supercopa en enero, está de vuelta con una exhibición de fútbol. Corre el cava en las casas de los culés. Ya tocaba. Es la 31ª Copa de la historia del club y la séptima en 11 años.
Bajo presión Koeman y la plantilla, con Messi y los veteranos al frente, se trataba de ganar. Y Ronald no renunció al 3-5-2 que le llevó a la final copera. Piqué regresó un mes y medio después con nota altísima. Inexpugnable atrás. Con Mingueza titular, De Jong siguió en la media como en el Clásico con Griezmann en lugar del ‘tocado’ Dembélé’ en punta junto a Messi. Koeman apeló a la energía y la presión y el Barça se aplicó el cuento, ávido de una alegría por fin en una cita grande este curso y herido además por el KO en la Supercopa ante un Athletic de Marcelino reincidente para mal. Porque a las dos semanas de caer sin rechistar ante la Real, el factor mental fue un lastre para los ‘leones’. El peso de la historia (son ya seis seguidas perdiendo y cuatro ante los culés) y el hambre de Messi y compañía dictaron sentencia en La Cartuja. Por fin, 96 años después, el Barça se coronó en Sevilla.
La final arrancó con un minuto y 59 segundos de rondo azulgrana, fiel reflejo del primer acto. Un monólogo en toda regla que rozó el premio ya de inicio con un remate al palo de De Jong a pase de Messi, habilitado por un Busquets omnipresente con 70 metros a sus espaldas. De Jong y sobre todo Pedri sobaban la bola una y otra vez hasta buscar un resquicio con las diagonales de Griezmann como recurso. Y así, con un pase celestial de Messi, llegó otra para el Barça hasta que el Athletic dio el susto con lo único que le sirvió porque Williams, gigantesco en enero en la Supercopa, se achicó ante Piqué sin ganar ningún balón largo. Pero una falta lateral es petróleo en
Bilbao e Íñigo Martínez rozó el 1-0 tras un centro de Berenguer.
Nada más se vio en un equipo maratoniano tras la pelota que lo fio todo a resistir y aprovechar alguna rezando para que el desgaste no pasara factura. Y llegar tarde empezó a ser una constante con Martínez Munuera de aliado vasco. Tras un jugadón de Mingueza que combinó con Messi como si fuera Pedri, perdonó una amarilla a Berenguer por un agarrón al canario y otra a Dani García por un fuerte manotazo en el pecho de Messi. Mal asunto picar a Leo y a un Barça que regresó a la caseta sin rematar la faena en el área.
Ya sin Muniain, tampoco lo hizo en un arranque brutal con tres ocasiones seguidas. Unai amargó a Griezmann a pase de la muerte de Dest, Pedri en un chut lejano y Busquets en boca de gol en el córner siguiente. Increíble, como la falta de efectividad que Koeman ha ido reclamando este curso. Y corría el reloj de un Ronald desesperado hasta que en el 59’ cayó el gol como fruta madura. Y no uno, sino cuatro en 12 minutos. Alucinante. Para saborear sin parar.
Fue un ciclón con De Jong, Alba y Messi desatados tras asestar Griezmann el primer golpe. Arranca Messi, correr Frenkie la banda y remata Antoine desquitándose y gritando su 12º tanto ante el Athletic. Ya metió dos en la Supercopa pero Villalibre le robó el disfraz de héroe. El segundo fue del holandés, en plan ‘9’, rematando de cabeza casi a ras de suelo un centro de Alba.en pleno vendaval ante un rival ya noqueado, Messi y De Jong la subieron con dos paredes hasta que Leo definió con un pase a la red de los suyos. Lo celebró a lo grande recreándose. Fue difícil imaginarle fuera del club con ese rostro jubiloso que fue a más con el 0-4 en el 72’ a centro de Alba. Unai la rozó pero el balón entró con miles de culés levantándose del sofá como merecían tras muchos meses de desengaños y aplaudiendo también al entrar a Dembélé, Braithwaite e Ilaix, importantes también en esta Copa. Fue una noche para recordar. Un punto de inflexión ●