Indomable, ambicioso y muy casero
→ Con 14 años le dijo a su primer profesor: “Voy a ser nº1 del mundo”
→ “Me comprometí con ese objetivo desde muy joven, cuando tenía 13 ó 14años.comencéatrabajarporesoy todo lo que he hecho en el golf ha sido para ser número uno del mundo, para convertirme en el mejor jugador que pueda ser”. Y le faltó añadir: “Y para ganar ‘majors’”.
Este análisis que hizo Jon Rahm en julio de 2020 lo certificó su primer maestro, Eduardo Celles, quien lo recibió en su escuela en Bilbao cuando la madre de Jon, Ángela, lo llevó a las clases colectivas: “Jon le pegaba muy fuerte a la bola, tenía mucha ilusión por el golf. A los 14 años me dijo, camino a la escuela: ‘Eduardo, voy a ser el número 1 del mundo’ ”. Era
2008 y el espejo de Rahm, su ídolo, era español:
Severiano Ballesteros. “Juego al golf por
Seve y sueño con emularle y alcanzar todo lo que él ha logrado en el golf. Mi admiración por él será eterna. Quiero darle las gracias a mis padres por enseñarme el camino y la disciplina para llegar a donde he llegado”, dijo Rahm en sus inicios en este deporte. También fueron ejemplo Txema Olazábal y Sergio García. “La verdad es que cada golpe de Seve me enseñaba el camino a seguir. Olazábal
me ha demostrado que la constancia tiene premio y de Sergio he aprendido a no tirar la toalla cuando las cosas se quedaban en el aire por un solo golpe, porque al final trabajando él también pudo vestirse con la chaqueta verde del Masters”, dijo.
Rahm, bajo el manto de la RFEG, se fue a vivir a Madrid, donde entró a la Escuela Nacional Blume para perfeccionar su juego. Y después decidió irse a Estados Unidos, para estudiar becado en la Universidad de Arizona State. Cuando llegó a este país, Rahm no hablaba inglés. Y eso le causó algo derechazo.estuvoapuntodevolver. Pero siguió allí. El conocimiento del idioma, un mánager en Arizona que lo hizo crecer aún más como golfista, y su novia y hoy mujer Kelley Cahill, licenciada en biología, que estudiaba en la misma universidad y que también era deportista (tenis y jabalina), hicieron el resto.
Su etapa universitaria fue brillante. Durante 50 semanas fue número uno mundial amateur, fue dos veces ganador del Premio Ben Hogan (2015 y 2016) y obtuvo 11 victorias. En 2016 jugó sus dos primeros Grand Slams: fue el mejor aficionado del US Open (23º) y también superó el corte en el British. En 2017 llegó su primer título profesional, en 2018 jugó la Ryder, en 2019 se hizo con la Orden del Mérito europea (solo Seve la había conquistado antes en tres décadas diferentes), en 2020 fue nº1 mundial y en 2021 ha ganado su primer ‘grande’. “Los éxitos en la vida personal para mi siempre van a valer mucho más que los éxitos profesionales.
Y creo que he tenido más éxito en lo personal que en el golf. Lo que Kelley me ha hecho mejorar como persona me ha ayudado seguro a jugar mejor”, comenta Jon sobre su esposa y madre de su hijo Kepa.
Kelley y Jon se conocieron bailando y desde entonces han seguido juntos en lo personal y en lo profesional. “Al ser deportista de élite, ella entiende las decisiones probablemente egoístas que tenemos que tomar”, explica Rahm. Unas decisiones, como la de descansar cinco semanas antes de coronarse nº1 del circuito europeo. “Las semanas de descanso las pasamos en casa. Con todo lo que viajamos, ese tiempo en casa con Kelley se aprecia mucho”. Jon se define como muy casero y probablemente el más americano de los golfistas españoles.
Aunque Rahm ha echado raíces en Arizona, donde lleva viviendo hace casi 9 años, no ha perdido en ningún momento su conexión con España.
“Siempre es un buen sentimiento jugarparamásqueunomismo.aunque no lo pienso durante los torneos, lo veo en la repercusión de lo que hago”, afirma sobre su popularidad en su Barrika natal y en el resto del país. Rahm, ganador dos años consecutivos del Open de España (2018-2019), aprovecha cualquier ocasión para promover el golf entre los jóvenes y los niños españoles, y sigue siendo un fanático del Athletic, una pasión que comparte con su mujer.
De sus visitas a España, Kelley atesora el recuerdo de los cucuruchos de papel llenos de jamón ibérico, el vino txakolí, los partidos en San Mamés y las nocheviejas en casa de la abuela de Jon, comiendo las uvas. Kelley no es la única en su equipo de trabajo (están su caddy, su mánager Jeff Kosky, Celles, el psicólogo Joseba del Carmen...): “Todos tienen una parte en el éxito. Con quien más tiempopasoesconadam(hayes),mi caddy, pero todo lo que sucede fuera me ayuda a hacerlo mejor en el campo. De entre todo el equipo, Adam está un par de escalones por encima. Sin él no habría ganado lo que he ganado. Ha sido de gran ayuda”.
Vayan para terminar estas dos últimas perlas: “Me pongo más presión de la que nadie me pueda meter. Siempre he sido así. No me tomo como presión las ganas del público español de que gane o las expectativas. Sería peor si nadie diera un duro por mí, pero si tienes el apoyo de todo un país no pesa, sino que te levanta”.
“Me gustaría ser como Rafa Nadal, que tiene esa rabia, es un gran competidor y lo tiene bajo control. Posee una gran fuerza mental. Ahí es hacia donde intento caminar. Es un trabajo continuo. Esas ganas de ganar, esa rabia, hay que tenerlas, y me hanayudadomucho” ●
Poco integrado en Arizona State, conocer a su hoy mujer le cambió la vida