Un tobogán de emociones
→ El Rayo convirtió la irregularidad en éxito; el KO deja el Girona sumido en dudas
→ Las maldición se ha alargado un año más en Montilivi, una temporada más. Los jugadores, desolados y decepcionados abandonaron el estadio el domingo sin hacer prácticamente ninguna declaración. Ayer, a través de las redes sociales, fueron varios los futbolistas que mostraron sus sentimientos. Arnau Martínez y Ramon Terrats fueron los primeros en lamentarse públicamente del desenlace. Ambos, con un futuro brillante, tras debutar este años en el primer equipo y convirtiéndose en referentes para las generaciones futuras.
En Girona se abre un futuro de incertidumbre e incógnitas, en el que la principal tiene que ver con el míster, Francisco, que acaba contrato este 30 de junio y cuya continuidad parece realmente complicada a día de hoy. Además de Francisco, figura clave en el tramo final de temporada, son muchos los jugadores que finalizan cesión o cuyo futuro está en el aire debido al recorte de presupuesto. Días de reflexión y nervios en Montilivi.
De la incertidumbre al éxtasis
La resaca ha sido bien distinta en Vallecas gracias a un Rayo que culminó una temporada de altibajos con un ascenso histórico, reflejo de la fe de un equipo que nunca dejó de creer y que, bajo el liderazgo silencioso de Andoni Iraola desde el banquillo, regresa a Primera dos años después de perder la categoría.
El Rayo, que se metió en promoción como sexto clasificado y con suspense tras perder la última jornada con el Lugo y beneficiarse también de la derrota del Sporting con el Almería, se guardó su mejor repertorio de juego y sensaciones para el momento clave. Su victoria en Montilivi con tintes épicos fue el punto culminante de una temporada marcada por la irregularidad, en parte suscitada por los continuos cambios en el once titular efectuados por Iraola, que pareció no dar con la tecla concreta de un equipo tipo hasta la promoción.
De hecho, el Rayo de esta temporada bien se podría calificar como el equipo de las remontadas. Empezó perdiendo 23 partidos y después consiguió igualar tres resultados y ganar siete encuentros, una rémora que le impidió asentarse más cómodamente en la zona alta cuando tuvo varias oportunidades para ello ●
La continuidad de Francisco, en el alero por culpa de un rival experto en remontadas