Lasinesperadas lágrimasde Laporta
En 100 días del segundo mandato, hemos visto a Laporta hacer algo que no le observamos en sus siete primeros años en la presidencia: llorar. Hasta tres veces le hemos visto ya sin poder reprimir la emoción. La primera vez fue en la toma de posesión en el Camp Nou, acordándose de su padre. En la segunda fue en el Palau de la
Música, presentado el reportaje sobre el arte de Messi en TV3. En el momento de contar lo que ha significado el argentino para muchas generaciones de culés, al presidente se le hizo un nudo en la garganta y no pudo disimular la emoción. El domingo, en el césped del Camp
Nou, respondiendo sobre los presos políticos en la última pregunta de toda la Asamblea, de nuevo se le humedecieron los ojos. Estamos, pues, ante una persona más madura y más emocional, con las sensaciones más a flor de piel. Un nuevo matiz en su talante.
Seguramente, otra virtud entrañable para el siglo XXI. No hace tanto, ver llorar a un hombre con poder estaba mal visto o era motivo de escarnio. El presidente Núñez lloró en Zaragoza tras ganarle la Copa al Madrid, lloró en Valladolid tras lograr su primera Liga y le lloró a Lluís Canut en TV3 poco antes de la final de Wembley. Los mejores imitadores todavía viven hoy de parodiar esos llantos. Ojalá el humor también madure con el paso de los siglos