Ayer, pecado; hoy, penitencia
Cuando en 2003 tomó posesión del cargo, en aquellos últimos 7 días de junio que luego contaron como un año de mandato, Laporta ocultó debajo de las alfombras las pérdidas de la era Gaspart (unos 60 millones). Tenía dos alternativas: lo que hizo (pese a que prometió levantar alfombras) o reclamar las pérdidas al causante, a través de una acción de responsabilidad. Optó por lo primero y, cuando en 2010 el juez de la acción de responsabilidad, que a él sí le instaron, detectó la pillería, determinó que había cerrado su mandato con pérdidas.
El objetivo de comenzar de cero fue levantar cuanto antes unos avales de 23,5 millones. Había que generar beneficios y en aras de ese objetivo vendió parte de los terrenos de Can Rigalt, patrimonio del Club, a La Llave de Oro, lo que contribuyó a dar un superávit de 38 millones, suficientes para anular la carga avaladora.
Extrañamente, en la polémica entre Bartomeu y Laporta no se hablado de los avales. Mejor dicho, de los avalistas. Conocedora de la situación, una parte significativa de ellos fueron los que vetaron la continuidad de Messi y, cabe pensar que si no se nos ha mentido (por aquello del “progresa adecuadamente”), será difícil generar a corto plazo 120 m de beneficios para levantarlos. Algunos, como Roures , ya anunció que sólo avalará el primer año y que se retirará tras la presente temporada. Esta vez, sin embargo, Laporta ya no puede repetir su pecado original de obviar la herencia que recibe y deberá pechar con tan onerosa penitencia. Porque maniobra peligrosa será, como alguien ha insinuado, que sea el propio Club el que pague la cuota anual para mantenerlos (unos 150.000 ), por el riesgo de incurrir en delito societario. ●