CAOS Y MIEDO
→ El belga Philipsen ganó al sprint una etapa marcada por la montonera que llevó al suelo al líder Taaramäe → El francés Kenny Elissonde es el nuevo maillot rojo y los favoritos salvaron de milagro la caída múltiple
Las señales de alarma sonaron de golpe en los coches de los directores de equipo a falta de 11 kilómetros para que la quinta etapa finalizara en las calles de Albacete, y puede que hasta alguno de ellos se despertara de golpe de la ligera cabezadita en la que estaban inmersos producto de la situación de una etapa que la propia organización de la Vuelta definía con estas palabras: “Jornada llana, sin puertos puntuables y apenas un sprint intermedio”. La quinta jornada de la ronda española partía de Tarancón, con 184,4 kilómetros por delante bajo un sol abrasador antes de llegar a la capital manchega, en los que todos los equipos estaban advertidos de las posibles fuertes rachas de viento en los últimos 50 kilómetros, que podían desembocar en los clásicos y plásticos abanicos, con el consiguiente peligro para la integridad de los ciclistas y para los favoritos en modo de pérdida de tiempo.
De ahí que en el último sector de la etapa, y después de neutralizar a los tres escapados de rigor del día – Pelayo Sánchez (Burgos-bh), Oier Lazkano (Caja Rural) y Xabier Mikel Azparren (Euskalet-eiuskadi)– a 15 kilómetros del final, la tensión se apoderara del pelotón. Los equipos de los principales favoritos pasaron a comandar la carrera, con permiso de los equipos de los sprinters. Las largas ‘autopistas’ por las que habían rodado hasta ese momento se estrechaban, el pelotón se agrupaba en el margen izquierdo de la calzada y la distancia entre los corredores se acortaba, de ahí que cuando restaban sólo once kilómetros para el desenlace en Albacete se produjera una múltiple caída en la que se vieron implicados más de cien corredores. Algunos, como Egan Bernal, la salvaron de milagro, mientras que otros como el líder Taaramäe o el tridente de Movistar
(Valverde, Mas y López) sí que se vieron implicados en el percance, aunque la peor parte se la llevaron Romain Bardet y Mikel Nieve. Llegaron muy tocados a meta, a más de seis minutos, y tras pasar la última revisión médica por la noche sus equipos decidirán si salen hoy o no. Por fortuna, Mikel Landa no se vio implicado y salvó la caída de forma milagrosa.
Un hombre sin suerte
Decía Taaramäe antes de la salida que no estaba acostumbrado a todo lo que conlleva portar el maillor rojo de líder y que cuando lo comentaba con Roglic éste le contestó sonriendo: “Bienvenido a mi mundo”, de ahí que el veterano estonio se sincerara y afirmara que “tenemos un buen bloque, pero no estamos preparados para luchar por la general, así que no lo defenderemos a cualquier precio”, aunque el corredor del Intermarché seguro que no esperaba perder el liderato de la forma como lo hizo. Mala suerte la suya. Llegó 2’20” después de que el belga Jasper Philipsen lograra una incontestable victoria en un sprint que estaba telegrafiado antes de que se produjera.
El primer grupo reducido de ciclistas que salvó la caída llegó muy estirado a la larga recta final de más de un kilómetro en Albacete. Instante en el que los equipos de los sprinters –Groupama, Deceuninck, UAE o Alpecin– empezaron a moverse de forma rápida, por momentos peligrosa. El que mejor lo hizo fue Alpecin y el belga Philipsen fue el más rápido y fuerte en los metros finales, calcando la victoria de hacía tres días en Burgos, donde la jornada finalizó en otra interminable avenida como ayer ●
A toda velocidad
1 Con una última recta de un kilómetro lo más normal es que la etapa se decida al sprint
El peligro de caerse
2 Poco pudieron hacer los ciclistas implicados para evitar la caída
Permiso concedido
3 Gracias a la permisividad de los equipos de los líderes y sprinters, corredores modestos pueden lucirse