Mundo Deportivo

Manos de santo en los masajes

→ Pello Olaberria, Euskaltel-euskadi, explica a MD la labor de un masajista

- Celes Piedrabuen­a

→ Si un buen masaje no tiene precio cuando nos duele alguna parte del cuerpo, no cuesta mucho imaginar la labor encomiable de los masajistas en un equipo ciclista, atendiendo a corredores que pueden estar seis horas a diario dándolo todo en la bicicleta, con el estrés y el castigo que ello comporta. Por esta razón, la figura del masajista ciclista es clave. Para saber en qué consiste su labor y cómo se llega a un equipo profesiona­l, MD se citó con Pello Olaberria. El de Mutiloa es uno de los cinco masajistas que el Euskaltel-euskadi ha puesto al servicio de sus corredores en la Vuelta. Atiende a MD tras la cena, en su habitación, y dos de las cosas que más sorprenden son las muchas horas que trabaja al día y que su labor va más allá de dar unos masajes.

El despertado­r de Pello -ex ciclista, a quien tras sufrir una grave caída en Portugal en el 2017 cuando militaba en el Murias no le quedó más remedio que seguir ejerciendo su pasión por el ciclismo desde otro punto de vista- suena sobre las 06.30 horas. Las sábanas se le pegan al cuerpo cansado que también necesitarí­a de un masaje, pero se pone las zapatillas deportivas y sale a correr para despejar el cuerpo y la mente, antes de citarse con sus compañeros sobre las 08.00 horas para desayunar. Tras cargar las pilas, “vamos a hacer las neveras para los avituallam­ientos, con el hielo que no falte. Mientras hacemos los bidones otro compañero hace los bocadillos para el staff y auxiliares”, apunta Pello con un ojo ya medio cerrado.

Después, se desplaza hasta la salida de la etapa y está al servicio de lo que le pidan los corredores, ya sean sales, barritas, agua o algún pastelito de arroz, para después ir rápido a las zonas de avituallam­iento y después ir a la llegada para recibir a los ciclistas y atenderles. Pueden ser ya las seis de la tarde y el masajista no ha realizado aún ningún masaje, y es que como explica Pello el masajista hace mucho más que trabajar las zonas castigadas de los corredores, a los que él suele tratar al acabar la etapa en su habitación, que ya dejado preparada con antelación. Explica Pello que no suelen dar masajes antes de la etapa, quizás en días que haga mucho frío, aplicando cremas calentador­as, y que para “los ciclistas el masaje también es un momento para relajarse, dejarse ir, en el que nos contamos las penas y las alegrías. El masaje, al final, es lo de menos en el día a día. Una hora o dos, pero luego son 20 horas las que trabajamos. Somos como los pinches de los ciclistas, ya que les preparamos todo”. Sí que considera que haber sido ciclista antes que masajista es importante, ya que “sabes cuándo te duelen las piernas y qué es lo que necesitan”, y tiene claro que para seguir el ritmo de vida que lleva hay que ser “un apasionado del ciclismo, con los kilómetros y las horas que hacemos”..

Él, como todos los jóvenes, soñaba con estar al otro lado. Tumbado en la camilla y recibir la atención de un masajista, pero al ver que no podía seguir siendo ciclista supo escuchar a sus padres ya siendo juvenil y formarse como masajista, lo que le permite ejercer como tal y seguir viviendo muy de cerca la pasión que siente por el ciclismo ●

No solo da masajes, también prepara bidones y está al servicio del ciclista

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FOTO: EUSKALTEL-EUSKADI Pello Olaberria trabaja el cuerpo castigado de uno de sus corredores

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